Amanece como todos los días,
y tú a mi lado, tu piel caliente,
me recuerda que en mi presente,
ya no existen tristes porfías,
se excita mi alma ahora candente,
necesito de pronto tu sexo probar,
tu olor de hembra, me hace soñar,
con humano deseo, rudo, indecente.
Vivo enamorado, de tus amaneceres,
de tu rostro soñoliento, que nunca dice no,
de tu vientre, que de amor me enfermó,
con tantas y tantos, caricias y placeres,
hoy disfruto, lo que tu boca me dejó,
tanto sintió mi alma, con tus labios,
que de los años, olvidé sus resabios,
mi alma de hombre, a tus deseos se rindió.
Tu vientre es la ardiente hoguera,
donde mi palma entera, se quemó,
perdona Dios si mi boca blasfemó,
cuando eructó fuerte, mi primavera,
en tu boca de hembra,mi elixir quedó,
saboreó tu boca, mi dulce desvelo,
y cubierto con tu aroma y tu pelo,
nada de mi elixir, nada de él te sobró.
Autor: José Prado
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