Solo vestida de piel
Una vez entregué mis ojos
al sueño que me vencía,
no conté con tu regalo,
pues de noche te vestías.
Me sacudiste con dulzura,
y al abrirse mi mirada,
vi tu cuerpo, bella hada,
cubierto de encajes, criatura.
Negros sostenes, y ligueras,
medias altas en tus piernas,
todo guardado en caverna,
de encajes, tu cuerpo prisionera.
Tu cabello se enredaba,
en tu negra bata de tul,
tus brazos se ocultaban,
como bajo sombra de abedul.
Me sentí desesperado,
como no entiendes mujer,
que un hombre enamorado,
te quiere solo… solo vestida de piel.
Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor
USA
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