Larga vereda
Tracé en mi alma, una muy larga vereda,
buscando a una dama para cuidarla,
y como árboles que sus ramas enreda,
proteger su destino, sin olvidarla,
un camino, que el desamor no agreda,
con un perpetuo verdor para velarla.
Partió mi corazón allá muy lejos,
al frío de tundra, fui yo a buscarla,
entre nieve fueron los azulejos,
a anunciarle que iba yo a amarla,
ella… ella frunció el entrecejo,
dudó que yo fuera a encontrarla.
La busqué sin miedo, con firmeza,
planté mi pie, en resbalosa tierra,
miré ansioso, busque a la belleza,
con la esperanza, que al fiel aferra,
allí encontré a la trigueña esa,
que al fin hoy, mi soledad destierra.
Por fin ya, ya unidos estamos,
la vida pasa bajo nuestras ramas,
llenas del amor que sin duda hallamos,
entre aquella miel, de almas humanas,
que nació cuando nos encontramos,
en aquella fría tierra, fría y lejana.
Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor
USA
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