Pinochina.
A una mujer hermosa,
que mucho mentir solía,
de pronto su nariz,
como a Pinocho crecía.
Fue tanto su sufrir,
que con buena cabeza,
ella cumplió su promesa,
y dejo de mentir.
Aprendió la muy ladina,
que se cumple lo prometido,
porque si no Dios muy sentido,
la convierte en Pinochina.
Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor
A una mujer hermosa,
que mucho mentir solía,
de pronto su nariz,
como a Pinocho crecía.
Fue tanto su sufrir,
que con buena cabeza,
ella cumplió su promesa,
y dejo de mentir.
Aprendió la muy ladina,
que se cumple lo prometido,
porque si no Dios muy sentido,
la convierte en Pinochina.
Autor: José Prado
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