Una
vez en la playa.
Amaneció…
con la bella dulzura,
de
un bello sol, con su luz de pasión,
y
en aquella mañana tú, criatura,
me
robaste todo… todo el corazón.
Fue
aquel momento, de casual lisura,
la
compleja y cierta combinación,
de
ese amor tierno, que en tu figura,
guarda
el candor, que llena de ilusión.
Una
vez en la playa, de nuevo fui feliz,
voló
mi alma, como salvaje perdiz,
pues
ya mi alma libre, nunca desmaya.
De
nuevo recobré, las ganas de amar,
de
vivir, de gritar, de volver a soñar,
volví a ser de nuevo… el cacique maya.
Autor: José Prado
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USA
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