Tu luz en mi sangre

Tu luz en mi sangre

Lámparas de luz, tus ojos,

con limpidez prístina,

que mis pasos encamina,

por camino, sin abrojos.

Tu luz en mi sangre roja,

es como el brillo rampante,

fuerte, ardiente e incesante,

que la luz del sol arroja.

Mueve mi vida, ahora clara,

mi ser va, por buen camino,

llevándome al fiel destino

por ser de bien, me ampara.

Mujer con olor de flores,

no olvides no… mis amores,

Autor: José Prado

@Derechos reservados por el autor

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Se hace el amor, de tantas maneras

Se hace el amor, de tantas maneras

Una vez muy enferma, tu cuerpo veía,

y como siempre, sentía el amor,

me pegué a tu cuerpo, y tu pecho rugía,

la fiebre maldita, te daba rubor.

Arropé tu cuerpo, con dulzura,

me acurruqué a tu lado, te di calor,

tu cuerpo temblaba, con calentura,

pero en silencio, yo cuidé tu dolor.

Traté de ayudarte, como podía,

tocaba tu frente, abrazado a ti,

tu sufrir, a mi alma envolvía,

pues solo un hombre bueno… ama así.

Se hace el amor, de tantas maneras,

con un beso tierno, un toque tal vez,

amar no es solo sexo, es la quimera,

que te lleva a sentir… a sentir a través.

Hoy que no estás, no extraño tu sexo,

extraño tu risa, tu mirar, tu compañía,

todo lo que sentí, a tu cuerpo anexo,

y que con ternura, al mío envolvía.

Porque aún enferma, mi ser te quería,

pues se ama en la calma, y en la tempestad,

y yo siempre te cuidé, con esa alegría,

que regala a veces el tiempo, con la edad.

Autor: José Prado

@Derechos reservados por el autor

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Mi camisa de amor

Mi camisa de amor

Hoy te fuiste, allá lejos al frío invierno,

lejos del verano intenso, que te ofrecí,

pensaré que hasta allá, en el mismo averno,

recordaras el dulce amor, que yo te dí.

Pensaré… que en tus momentos sola,

mis letras de amor, llenaran tus ojos,

y yo aquí lejos, sin mi amapola,

con tus recuerdos, estaré de hinojos.

Que importa, el desdén a lo cierto,

ni el olvido de toda mi fidelidad,                                         

aún recuerdo, tu mundo abierto,

con la llave, de tu risa y tu bondad.

Pasará el tiempo, el amigo fiel,

de todos a los que olvidaron,

y quizás se lleve, de mi boca la hiel,

que en mis labios, tus besos dejaron.

Quizás te olvide, quizás no,

solo Dios sabe la respuesta,

pero muy dentro… se yo,

que la camisa de mi amor… llevarás siempre puesta.

Autor: José Prado

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Quédate en mi espalda

Quédate en mi espalda

Recuesta tu rostro, a mi espalda,

déjame sentir, tú tibia respiración,

pues mi piel, tu aliento escalda,

y de una, paralizó mi corazón.

Deja en mi espalda un beso,

y en mi boca, el paso de la ilusión,

que mi cuerpo, sienta el peso,

que trae consigo, la humana pasión.

Pues la marca de tu boca, no se borró,

dejaste en mi pecho, marcado con uñas,

el sentir voluptuoso, que atiborró,

mi alma, con aquel sentir que acuñas.

Ahora descansa tranquila, sin temor,

porque mi sentir fue leal y puro,

su nombre no fue otro, que amor,

contra ese sentir, no existe conjuro.

Deja que pasen los años, inquietos,

deja que la vida diga, a donde vas,

y que te ponga ella, sus retos,

yo se… yo se que los vencerás.

Autor: José Prado

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Árbol seco

Árbol seco

Una vez, nos besamos como locos,

vivíamos siempre, haciendo el amor,

nuestro tiempo era como pocos,

vivíamos siempre, llenos de ardor.

Una tarde al fin, nos separamos,

queríamos, por un tiempo descansar,

y sin darnos cuenta, nos quedamos,

sin ganas… sin ganas de volver a amar.

Nos convertimos, en un árbol seco,

de esos que no quieren marchitar,

y que en sus ramas guardan el eco,

del otrora viento del soñar.

Así quedamos abrazados,

resistiendo aún, la tempestad,

pero secos, los labios olvidados,

hoy en una humana amistad.

Todo lo que comienza termina,

dijiste una vez al conversar,

así es, todo árbol que germina,

alguna vez, se ha de secar.

Tu y yo, de amar nos secamos,

¿Para que argüir más?,

como amigos, hoy nos vamos,

y se que nunca… nunca me olvidaras.

Autor: José Prado

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En lugares secretos

En lugares secretos

En lugar secreto, vivimos el amor,

en nuestras tardes, ahí sobre la mesa,

desnudos al aire libre, en aquel calor,

que a nuestra piel, nos dejó atada y presa.

En lugares secretos, con ese ardor,

que siempre me daba, duda y sorpresa,

que en mis labios, siempre dejaba el sabor,

de esa tu boca, atrevida y traviesa.

Quedó marcada, mi alma para siempre,

aquella tierna tarde, de diciembre, 

y hoy que partiste, y muy lejos estás.

Quedaron esos momentos, tan bellos,

guardados en nosotros, con destellos,

que aún en la distancia, con amor intuirás.

Autor: José Prado

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