Lejanos recuerdos
Llegaron a una los recuerdos,
de aquella noche, que una vez,
enredaron mi alma, con tus besos,
con la caricia etérea de tu tez,
como largo sobrecama, de embelesos,
mi sentir tornaste, al revés.
Tu boca caminando, por mi cuerpo,
tu piel suave, ardiente y dorada,
me llenó de tantas ilusiones,
que no vi, terminar la madrugada,
y es que tus locas perversiones,
estremecieron, hasta a la alborada.
Hoy lejos, recuerdo el eco de tu voz,
cuando en quejidos, me dejabas,
la esencia ardiente de tu ser,
mi vientre, con tu elixir me mojabas,
y supe que era, en verdad una mujer,
porque entre la tierra y el cielo, me dejabas.
Gritó la luna, de sexo enajenada,
el lucero erecto, en el cielo se paró,
penetró a la galaxia de mis sueños,
y allí mismo mi alma se quedó,
aún hoy mi deseo, no es pequeño,
porque mi ansia por ti nunca… nunca pereció.
Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor
USA
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