de caras al mismo cielo,
mirando las estrellas,
con ese descanso natural,
de seres ya satisfechos,
cuando se acaba de amar.
Respiré profundo el aire,
llenando mis pulmones,
con el efluvio de pasión,
que emanaba de tus amores,
hembra, fresca, poderosa,
que con su aroma celestial,
hasta las olas levanta,
con deseo al mismo mar.
Miré a tus ojos amados,
porque al ellos mirar,
se reflejó en ti el deseo,
de volvernos a amar,
respiré de nuevo profundo,
y tu cuerpo volví a tomar,
porque se elevó en mí la ola,
esa… esa que habita en mi mar.
Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor
USA
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