Hoy en año nuevo

Hoy en año nuevo

Calma de piel, mantos de vino,

descansada abrupta espalda,

color tan rosado, divino,

tus muslos, libres y sin falda,

mi corazón se fue, al destino,

con el ansia de amar, que me escalda.

La tersura de tu vientre,

mi sentir que te idolatra,

ese querer mío, que siempre,

te ve como a una Cleopatra,

emperatriz de diciembre,

mi doctora, mi psiquiatra.

Hoy en año nuevo, pregunto:

¿Cuándo te volveré a ver?

¿Cuándo resolveré el asunto?

Que no me deja querer,

porque he llegado a ese punto,

de donde no se puede volver.

Ya no quiero calmada piel,

solo añoro, tus abrazos,

me sabe el tiempo, me sabe a hiel,

extrañando tus ojazos,

con su mirada de miel,

opacando mis ocasos.

Llega ya… llega a mí... mujer,

y trae por fin, el calor de tu regazo.

Autor: José Prado

@Derechos reservados por el autor

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Flotando en letras

Flotando en letras

Cuando a solas, tú escuchas mi canción,

o cuando recuerdas, mi dulce beso,

caes en un sueño, de vívida pasión, 

y flotas en letras, con tu ardor preso.

Es como si tu lánguido corazón,

en un arrebol, de tierno embeleso,

no atendiera, palabras ni razón,

flotando porque él ya, no tiene peso.

Se enreda en tu mente, malva ilusión,

divina como la sagrada oración,

que purifica la nostalgia triste.

Flotas en letras, esas mías de querer,

y es porque te amo, de veras mujer,

pues te daré, lo que siempre quisiste.

Autor: José Prado

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Rosa

Rosa

Rosa es el nombre del color,

de la doncella sinuosa,

es el nombre de una flor,

en tardes, su tono acosa.

Rosa en tu vientre, mi Diosa,

la rosa bella, te muestra amor,

en la flor, las mariposas,

se refugian, con tibio candor.

Rosas regalo a mi madre,

con rosas… casó mi padre,

con rosas, mi abuelo despidió.

Con rosas nacieron hijos,

con sus olores prolijos,

que el mismo Dios, me regaló.

Autor: José Prado

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Dedicado a ti

Dedicado a ti

En la negra noche tú figura,

desde lejos, por un periscopio,

de tu rostro bello, me apropio,

amante de tu tierna hermosura.

Tu risa de perlas blancas,

tu mirada de azabache,

es como el fiero repechaje,

de un competir de potrancas.

¿Tu boca o tus ojos, cuáles mas bellos?

Tus ojos tiernos como rosa,

tu boca es… es grácil mariposa,

enmarcados ambos, por tus cabellos.

Y bajo luna tan clara y creciente,

¿Que hay mas bello que tu sonrisa?

Si es más fresca que la misma brisa,

esa… esa que llega del occidente.

Te amo tanto, en la distancia,

que aunque lejos estés,

no quiero saber los porqués,

que arruinan mis circunstancias.

Hoy a ti… a ti dedicado, letras escribo,

con mi corazón, aquí en la mano,

con la tristeza de hombre humano,

que separado aún de ti, a llorar me prohíbo.  

Autor: José Prado

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Mujer de mi antojo

Mujer de mi antojo

Deja caer… despacio tu manto,

el de seda roja, como la sangre,

deja que tu piel con encanto,

por amarte mucho, me mate de hambre.

Deja que tu piel resplandezca,

con el brillo tierno, de la luna,

para que de amor ya padezca,

este corazón, por su fortuna.

Deja que tiemble mi pulso,

cuando de amarte se trate,

deja que mi noble impulso,

apasionado por ti, se arrebate.

Deja que al ver tus caderas,

con las curvas de tus años,

se pongan a arder las calderas,

de mi alma, con tus regaños.

Déjame amarte mujer, como eres,

con las canas, que blanquean tu pelo,

porque en ti están, aquellos placeres,

que me traen, el amor y el consuelo.

Olvida celos y desconfianza,

deja caer ya, tu manto rojo,

para que se cumpla, mi esperanza,

mujer… mujer de mi antojo.

Autor: José Prado

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Que se crucen nuestras vidas

Que se crucen nuestras vidas

Crucemos nuestras piernas, en un lazo de amor,

con ese ferviente deseo, que derrama el alma,

que con pasionales miradas, crean sangre en hervor, 

y a la misma vez nos dan, tranquilidad y calma.

Crucemos nuestras piernas, los insaciables sexos,

que corra nuestro gemido, en angustia de placer,

es lo justo, es lo exacto, cóncavos y convexos,

amor candente, sensual e indecente, de hombre y mujer.

Que se crucen las miradas, sintamos suspiros,

que nos cubra el fuego, que se derrita el averno,

amemos… amemos, sin descanso ni respiros,

que griten nuestros labios, que ya se nos fue el invierno.

Que crucen nuestras vidas, vampiros al fin seamos,

y así vivimos noches, pues libres lo deseamos.

Autor: José Prado

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Ladrón de rosas

Ladrón de rosas

Te he de robar mujer, pues yo soy ladrón, 

la suave rosa, que tienes guardada, 

con mi boca loca, que como un ciclón,

hará que tu flor, se quede enredada.

Ladrón de rosa, infame moscardón,

que solo la deja, hermosa y guardada,

y que perfume, su triste corazón,

que tiene el alma, toda destrozada.

He de robarte, mi mujer divina,

he de lograr, tu inalcanzable amor,

he de subir, a la altanera encina.

He de bajar, al volcán destructor,

donde escondes mi rosa prístina,

pues yo soy…soy su dueño y único señor.

Autor: José Prado

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¿Dónde comenzó el amor?

¿Dónde comenzó el amor?

¿Donde comenzó nuestro amor?

¿Por que tienes puestos, los zapatos?

No entiendo los continuos arrebatos,

que ayer nos llenaron de ardor.

La verdad… no recuerdo muy bien,

bailamos muy cerca, luego una copas,

recuerdo que de pronto también,

chocaron sin querer, nuestras bocas.

No pudimos separar los ojos,

no pudimos separar los vientres,

se escurrieron los antojos,

rechinaron nuestros dientes.

Comenzaron, los deseos salvajes,

que como una tormenta potente,

sin trucos, demoras ni ambages,

consumió en vilo nuestras mentes.

Hoy tú en el suelo, aún con tus zapatos,

hube de mirarte, con ese dulce candor,

que traen los recuerdos insensatos,

y me pregunté: ¿Dónde comenzó el amor?

Autor: José Prado

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Aprenderé tu cuerpo

Aprenderé tu cuerpo

Déjame recorrer tu espalda, lentamente,

como se recorren, las siluetas de un río,

con ese abandono total, e intenso brío,

que nubla por ser bello, toda la mente.

Déjame bajar lentamente si… beso a beso,

las hondonadas y tus cóncavas, diferencias,

no me acabes, con mil excusas la paciencia,

y en las cadenas de tu cuerpo, ponme preso.

Hallaré escape, una salida, te lo prometo,

hallaré de tu vientre, las entradas y salidas,

no habrá un rincón, no importan las medidas, 

que yo no explore, menos aún un vericueto.

Me aprenderé tu cuerpo, todo de memoria,

como ese experto guía, de extraños caminos,

porque por amarte, me convertiré en remolino,

y te llevaré con mi lengua, hasta la gloria.

Ahora déjame, déjame tocarte y adorarte,

como se adoran, esos ídolos mundanos,

con la pleitesía, que no tienen los humanos,

y que guardo en mis labios, para amarte.

Autor: José Prado

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Siempre hay esperanza

Siempre hay esperanza

Dentro del horror desnudo, de la desconfianza,

dentro del impedimento cruel, que dio la vida,

nació un querer, respetable y digno de templanza,

en noche de horrores, por los dolores perdida.

Pasado oscuro, querellas, celos sin medida,

en el presente… conoció al sol, tuvo esperanza,

pues para obligar al amor, a una despedida,

tendría que morir, el merecer y la añoranza.

Pasó la noche, llegó la brillante alborada,

cantó el zorzal, las coplas del sol enamorado,

a quien una vez muy triste, estuvo esclavizada.

Llegó su sol brillante, frontal y engalanado,  

no hubieron más noches, sin final de madrugada,

la vida se volvió clara y el sol… él a su lado.

Autor: José Prado

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Azarosa hazaña

Azarosa hazaña

Libre al fin, como el ave en la montaña,

alzando tus brazos, al negro cielo,

la capa de tul blanca, no me engaña,

es que tienes la piel, de terciopelo.

Al fin eres libre, azarosa hazaña,

tu velo es tan suave, como tu pelo,

en tu vientre llevas, la ardiente maña,

que causa al corazón, aquel desvelo.

Con ansias te encontré, en aquella tarde,

buscando libertad, del desconsuelo,

llamé sencillo… sin algún alarde.

Debajo de tu capa, hubo un suspiro,

fue tan raudo, como ese incendio que arde,

y supe que amó tu alma, en su respiro.

Autor: José Prado

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Recordando al amor

Recordando al amor

¿Que valor hay en la belleza?

Simpleza.

¿Qué valor hay en el querer?

Gran placer.

¿Qué mantiene vivo al amor?

El candor.

Mirando a mí alrededor,

recordando nuestros besos,

me lleno con embelesos,

simpleza, placer y candor.

Autor: José Prado

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Mereces

Mereces

¿Quien aliviará tu dolor?

El señor.

¿Que te dará felicidad?

La verdad.

¿Como quedará tu vida?

Prendida.

Por tanta agua llovida,

porque te llenó el dolor,

hoy mereces con candor,

verdad, al señor prendida.

Autor: José Prado

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Sábanas rojas

Sábanas rojas

Que hermosa tu cara mujer,

como brillan tus ojazos,

y porque no dejamos de querer,

como vibran nuestros regazos.

Se terminó el amor por esta noche,

las blancas sábanas, se rompieron,

todo rojo es, como pasión en derroche,

que con gran amor, nos corrompieron.

¿Dónde se acabó de amar? Dime,

¿Por qué estas allí en el suelo?

¿Por qué con cansar tu pecho gime?

Si volveremos a amar de nuevo.

Salvaje y sensual encuentro,

que nos separe el amanecer,

pero que no nos quede dentro,

ni una sola gota de placer.

Que todo quede en la cama,

que no es blanca, ahora es roja,

porque la pasión de mi ama,

siempre, siempre se me antoja.

Y así despeinada, anhelante,

te deseo mucho… mucho más,

con este pecado amante,

que no me cansará jamás.

Autor: José Prado

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Retadora y pasional

Retadora y pasional

Desatendida la cama, preparada para amar,

tus ojos hervientes y pícaros, libre fiera,

tu ropa cayendo, cabellera de áspero mar,

retadora y pasional, tu rostro mi ardor quisiera.

Y yo ¿Cómo negarme a vivir, reír y soñar?

si tu cuerpo es… es el arma letal y certera,

que fácilmente, hace a mi corazón suspirar,  

enamorando con besos, mi alma prisionera.

Si ¿Cómo negarme a esa negra y sensual mirada?

Si tú eres la saeta que traspasa, mi alborada,

con la que muere, mi antes invicta resistencia.

Preparada para amar, desafiante mi dama,

te espero por favor, llévame presto a la cama,

que por ansias de amarte, se muere mi existencia.

Autor: José Prado

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Otra oportunidad

Otra oportunidad

Mirada excelsa, de pureza llena,

tus ojos claros, inocentes llevan,

la clara esfinge, del amor que pena,

profundo candor, que triste te elevan.

Se fue de tu vida, en aquella cena,

excusas vacías, sus palabras dejan,

amargo el olor, de oscura alacena,

el negro color, que noches desvelan.

Partió porfía y llegó…calma serena,

la luz de la luna, blanca azucena,

calmó tu rostro, que resucitó.

De nuevo aquella sonrisa tan bella,

de nuevo cantó, tu lucero estrella,

y la vida ella, otra oportunidad te dio.

Autor: José Prado

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