Mujer de fuego y candor
Después de amarte tiernamente,
me siento tan extasiado,
como si del cielo, hubieras tomado,
una lumbrera tiernamente,
y en mi pecho colocado,
su luz blanca suavemente.
Bajaste la luna a mi tierra,
llenaste de palabras mi día,
se acabó la dura porfía,
que a mi corazón aterra,
con tu voz bella melodía,
a la que mi alma se aferra.
Fui dueño del universo,
con la firma de tu idilio,
establecí mi domicilio,
sin un sentimiento adverso,
tú me diste el utensilio,
para escribir este verso.
Y porque me llenas de amor,
con ese momento perfecto,
porque entiendes mi dialecto,
y manejas bien mi ardor,
como no llenarte de afecto,
mujer de fuego y candor.
Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor
USA
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