Verde como la palma
La sombra horrenda, fantasmal figura,
corrió sin rumbo, solitaria y esquiva,
con la triste y solitaria amargura,
de vieja historia de horrores cautiva.
Dolió en el pecho mi antigua tortura,
rindiose al fin mi risa fugitiva,
en mi corazón, de abierta cesura,
yo no tuve pues, otra disyuntiva.
Pensé ¿Dónde quedó el deseo de mi alma?
busqué el recuerdo de aquellos tus ojos,
y no hubo temblor, más bien hubo calma.
Me di cuenta que estoy libre de enojos,
que mi vida es verde, como la palma,
y tus recuerdos son hoy mis despojos.
Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor
USA
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