Pincelada
Se
alumbró la tarde, en suave pincelada,
con
risas, canto, con tu voz de mujer,
se
demoraba aún la blanca alborada,
había…
había tiempo para querer,
para
admirar, la belleza enamorada,
de
tu cuerpo, de tu cuerpo de mujer.
Tu
vientre blanco, duro y soberano,
tus
brazos marcados por el poder,
llenó
mi mente de puro verano,
el
otoño maduro, no se pudo contener,
como
mantener, alejada mi mano,
de
tanta belleza, tanta belleza de mujer.
Voló
mi pluma, por la página blanca,
con
lustre de luna, con rayos de sol,
se
creó en mi mente, una viva estampa,
me
sentí de pronto, El Cid campeador,
cabalgué
como un llanero en la pampa,
me
llené de un poder, ciego y renovador.
Así
es la vida, del hombre poeta,
siempre
es un fiero león al amar,
no
importa de los años la silueta,
su
alma de hombre, está lista para pelear,
para
protegerte de la traidora saeta,
que
alguna vez quiera, hacerte llorar.
Autor: José Prado
@Derechos reservados
por el autor
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