Nacimiento de un río,
frescura total,
edad perfecta,
para vivir, y soñar;
límpida mirada,
sin pecado mortal,
belleza amada,
pureza sin igual.
Mujer que enloqueces,
con tú ternura
eres la pura
inocencia del vivir;
olvidé locos
deseos, también mí sentir,
partí, olvidé
toda tú hermosura.
Juventud inmensa,
fresca la presencia
que juzgaba mí ardor,
deseo inusual,
mirándote,
casquivano, triste mortal.
Con sensual
extrema, pura insolencia,
llena estabas de
linda inocencia,
y no quedó más, que
ponerme a llorar.
Autor: José Prado
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