Deysi Barzaga

Deysi Barzaga

De raíces corvas y soberanas,

Encendió Dios a dura planta,

Y regaló tres fuertes ramas,

Su regalo de vida santa,

Inmersa en duras mañanas.

Bello el deseo de un poema,

Adiós a la triste añoranza,

Risa en su día de aniversario,

Zumo de danza y esperanza,

Antes de su hoy, medido horario,

Ganó su yerno, con elegancia,

Aquel hermoso erario.

Lago de sueños e ilusiones,

Adioses legó a sus pasiones.

Cantando hoy goce su día,

Antes salud que dinero,
Piérdase el cura de la abadía,
Interno sea el mensajero,
Reina que de noche perdía,
Rizos de pelo, lisonjero,
Aquella mulata, que enloquece la pista.

Autor: José Prado

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Falsa ilusión

Falsa ilusión.

La ilusión del amor, tan fugaz,

es tan patética e ilusa,

tan temblorosa y suspicaz,

que la vista es, vaga y difusa.

Es como caminar, solo y descalzo,

por una larga, larga línea de tren,

por mucho que al ejercicio ensalzo,

ese andar nunca, acabará bien.

Es por eso que para poder amar,

hace falta la honesta realidad,

a veces nos hace, sufrir o soñar,

pero se ama solo con la verdad.

¿Para que vestirse de rojo?

Si la ilusión es, blanca y negra,

si solo vive, de locos antojos,

duros y fríos como la piedra.

No corramos, tras el viento,

mejor analicemos al corazón,

evitando el sufrimiento,

de una falsa y triste ilusión.

Autor: José Prado

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Cómo podría yo

¿Cómo podría yo?

¿Cómo evitar, la sensualidad de tu mirada?

Si cuando la posas sobre mi, se enciende mi alma,

es como si quemara, aquel sol de la alborada,

que suave debería ser, por la brisa y su calma.

¿Cómo no mirar, la fina línea de tu espalda?

Que parece dibujada, por un experto pintor,

y que de solo tocarla, mi mano se escalda,

y mi corazón exhala, exhala un suspiro de amor.

¿Cómo no sumergirme, en el lago de tu mirar?

Si en él ahogarme quisiera, en ignorancia total,

dejando llevar mi querer, sin el menor dudar,

por el brillo de tus ojos, de ternura sin igual.

¿Cómo podría yo, dejarte de amar? Dímelo tú,

si el torrente de mi amor, es más fuerte que el Iguazú.

Autor: José Prado

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Vivimos de cabezas

Vivimos de cabezas

Viviendo la vida, de cabeza,

con el pensamiento loco,

sintiendo la genial gentileza,

de amar suave, poco a poco.

Apartada de todo mal,

con tu sensual mirada,

disfrutas aquel total,

brillo de la alborada.

Porque pasó el desengaño,

porque llegó finalmente el amor,

ese que no trae regaño,

solo te regala una flor.

Hoy vives todo al revés,

ya no tienes sufrimiento,

ya es cierto, todo lo que ves,

no hay dudas, ni lamento.

Porque llegó la felicidad,

ya no armas un rompecabezas,

pues ambos vivimos la verdad,

y somos felices así… de cabezas.

Autor: José Prado

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Traspasando el tiempo

Traspasando el tiempo

A veces traspaso el tiempo, me voy al pasado,

con esa diligente, y magna imaginación,

me siento un príncipe, tiernamente enamorado,

que entrega a su princesa, vida y corazón.

A veces siento, que nuestra casa es un palacio,

que nuestro patio, es un inmenso jardín,

a la realidad, mi corazón se pone reacio,

y me siento un medieval caballero, paladín.

Es que la felicidad, lo cambia todo,

la realidad se convierte en fantasía, 

el ruido se convierte, a mi modo,

en música, con bella y dulce melodía.

A veces volamos, con sentimiento,

otras nos posamos, en inmensa paz,

así es el amor, imprevisto como el viento,

o como el vuelo de un águila rapaz.

Pero al final, queda la sonrisa bella,

el beso tierno, de estructura sensual,

ese que nos lleva a una estrella,

no importa si es robado o casual.

Por que el amor, no tiene tiempos,

es una historia, cierta… cierta y sexual.

Autor: José Prado

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Envoltura de cuerpos

Envoltura de cuerpos

Tu cuerpo, hermosamente recostado,

como un bello cisne, posado y sutil,

tiene un reflejo, valioso y dorado,

y aquel respirar, tan tierno y gentil.

El deseo, en todo mi cuerpo empotrado,

poderoso él, como el viento de abril,

se desata, con fiereza dotado,

con la audacia, de mi sueño varonil.

Envoltura de cuerpos, giros, besos,

solo deseamos, los fuertes excesos,

que no soportan, la fija estructura.

Locura de amor, en pecho de amantes,

nuestros cuerpos son, crueles, delirantes,

en loca noche, de estaca y fisura.

Autor: José Prado

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Levanta el rostro, esfinge dormida

Levanta el rostro, esfinge dormida

Esperando amor, esfinge dormida,

tus muslos temblando, con frío de amor,

tus alas caídas, anhelantes, tu mente dividida,

porque no tienes mujer, ya fuego y ardor,

la rosa antes bella, está sin pétalos caída,

rendida su alma, por un inmenso dolor.

Han pasado los años, pierdes la esperanza,

de aquel beso vivo, que induce rubor,

que llena de sangre, el deseo y la templanza,

de un fiero carácter, que solo tiene rencor, 

pues se perdió el equilibrio, de tu balanza,

donde hoy solo pesa, duda e ira por un error.

Errar es de humanos, perdonar es divino,

dijo un poeta, en realista canción,

¿Como no perdonar si a una rama de pino?

La dobló el viento, con obligación,

si el hijo de Dios, a la tierra misma vino,

a perdonar el pecado, de tu corazón.

Levanta el rostro, con color reluciente,

abre tus alas, buscando de nuevo al sol,

que llegue a ti, su luz resplandeciente,

gira sobre tu eje, como un girasol,

busca de nuevo en la vida el aliciente,

y canta de nuevo… muy alto a la pasión.

Autor: José Prado

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Besar tu cuello

Besar tu cuello

Besar tu cuello, en mi fiero escrutinio,

es poderosa forma, de poseerte,  

es como la historia, del noble Plinio,

hay que estudiarte si, para entenderte.

Satisfacer tu deseo, con sapiencia,

es tan complejo, como el universo,

he de saber tiempo, también la ciencia,

para amarte gentil, pero perverso.

Besar tu cuello, es recoger vendimia,

es la perfección, de la amante eximia,

que da y recibe, un bello sortilegio.

Es que para amar, hay que todo saber,

hay que soñar, a esa bella mujer,

pues su cuerpo es en fin… un privilegio.

Autor: José Prado

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La magia de un beso

La magia de un beso

La magia de un beso, deja feliz a una rosa,

hace de una suave brisa, duro y fuerte huracán,

como si una opuesta función, a veces tediosa,

pueda ser intensa, sexual, dulce, tierna y hermosa.

Es que la magia de un beso, nos vuelve a ser niños,

es que nos llena, de aquella inmensa necesidad,

de los recuerdos, caricias, toques y cariños,

que consolaban nuestros problemas, con su piedad.

Nos hace olvidar, la maldad y su sufrimiento,

pues con la suave dulzura, de unos tiernos labios,

nace la suavidad, de la primavera y el viento,

que nos hace olvidar, horror, tristeza y resabios.

La magia traviesa, de un beso duro y mordedor,

puede ser también, comienzo húmedo del amor.

Autor: José Prado

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Una rosa en mi corazón

Una rosa en mi corazón

¿Que tengo en el medio de mi corazón?

¿Por que me siento hoy tan, pero tan feliz?

Es que mi vida, ya tiene sentido y razón,

porque hoy no me siento, un simple aprendiz.

Sin saber como en mi mundo, me siento Sansón,

soy un héroe, soy como un cazador de perdiz,

te espero, con paciencia y bella ilusión,

soy un madero viejo y tú… mi nuevo barniz.

Puse tu amor, aquí en medio de mi alma,

eres viento suave, que trae la calma,

eres la más bella y tierna canción.

Eres semilla, que nace en negro hueco,

a pesar de que el tiempo, sea muy seco,

eres la rosa que nació en mi corazón.

Autor: José Prado

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Nadie más

Nadie más

Era noche cerrada, cielo de luna llena,

en mi alma tú… completamente encendida,

mi intenso deseo de amar, que tanto me apena,

añorando tú andar, de mujer consentida.

La luz de la noche, marcaba mi pecho,

con el suave titilar, de luceros y estrellas,

tu risa sonora, retumbaba en mi lecho,

con la punzante ternura, de fuertes querellas.

Mujer que mis sueños, llenas de vida,

la luna pretende, calmar tu derroche,

pero tus besos sonoros, le dan despedida,

cuando llega la aurora, acabando la noche.

Entonces despierto, y miro a mi lado,

con ese sobresalto, de duda que aún,

oscurece mi vida, por mi triste pasado,

tan negro él… como el mismo betún.

Pero ¡Albricias! Allí estas recostada,

tu pelo muy negro, en mi pecho revuelto,

oscurece mi piel, se enreda en mi almohada,

porque así eres tú, de carácter resuelto.

Que Dios te bendiga, mi bella mujer,

que te tenga a mi lado... hasta que me vaya,

que no tenga en mi vida, otro querer,

ni en mi lecho de muerte, nadie más haya.

Autor: José Prado

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Te de amor

Te de amor

Tu mirada, cálida, tierna y fiel,

las curvas hermosas de tus caderas,

tu tez de color rojo, como el clavel,

que bello crece, en las grandes praderas.

Adorna el vestido rojo, tú tersa piel,

intentando moldear él, tus laderas,

dejando en mi fiera boca, un sabor de hiel,

pues imposible es, moldear las palmeras.

Admirando la pose, y tú figura,

mujer creaste, grande brecha criatura,

con tu alma, tú forma, y dulce sentir.

Eres el te de amor, la dulce infusión,

que calienta, mi loco corazón,

y que me da ganas… ganas de vivir.

Autor: José Prado

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Que interesante la vida

Que interesante la vida

He aprendido de nuevo a reír,

con el solaz descaro del humilde,

he aprendido también a escribir,

sin preocuparme tanto de la tilde.

Descubrí a mis amigos buenos,

también a aquellos de bolsillo,

la vida me enseñó, que lo ajeno,

lo respeta siempre, el hombre sencillo.

Aprendí que un hombre, sin mujer,

es como una rosa, sin perfume,

y que la vida sin un buen querer,

es solo dolor, que te consume.

Que interesante la vida,

que sabía la experiencia,

que si la tienes bien asida,

dejará limpia tu conciencia.

No pelees con la enseñanza,

nunca te dejes quitar la libertad,

se seguro y ten confianza,

en Dios, con espíritu y verdad.

Que interesante es la vida,

y que triste la soledad.

Autor: José Prado

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Esperando mi llegada

Esperando mi llegada

No te desesperes, mujer hermosa,

no pienses que cruel, yo te abandono,

es imposible, que a la mujer que adoro,

hiciera de a cierto, una acción odiosa,

si me blanqueaste, como a la ropa el cloro,

con besos y amor, paciente y graciosa.

No te desesperes, ya voy llegando,

fui a buscar de rosas un ramo,

para sorprenderte, como al pez un jamo,

y con sueños de amor, seguir amando,

ese mirar tierno, que es ligero como el tamo,

porque con el así, me he ido enamorando.

Esperando mi llegada, paciente,

con ligera ropa, mi sensual mujer,

me has llenado, con el dulce querer,

que me ha robado, toda la mente,

pues hoy Dios me ha dejado tener,

tu buen amor, finalmente.

Autor: José Prado

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Por qué no me canso de escribir?

¿Por qué no me canso de escribir?

¿Por qué no me canso, de amar, de escribir?

Como hacerlo, si es el placer de vivir la vida,

la forma más bella, de mostrar mi sentir, 

y será la mejor forma, para darte mi despedida.

Hoy hay dicha, en mi corazón,

pero mañana… mañana ¿Quien sabe?

Entonces mis letras, te darán la razón,

y mi alma te dirá, si en ella tu amor cabe.

A veces tengo que escribir, no puedo contenerme,

es como sentir, que los sentimientos me muerden,

solo con letras puedo soñar, para sostenerme,

escribiendo una canción, para que me recuerden.

Por eso no me canso, de escribir al amor,

por eso sigo escribiendo, a la mujer y a la rosa,

porque ambas reflejan todo el candor,

de esta mi vida gentil, que es bella y hermosa.

Autor: José Prado

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Al fin tú descanso

Al fin tú descanso

Será un descanso extraño, muy profundo,

este de hoy, porque ya no sientes ardor,

te rescaté de todos, los que en el mundo,

trataban de infligirte, tristeza y dolor.

Te traje y saldé, tus cuitas, rotundo,

te llené de atención y dulce candor,

y te defendí con odio iracundo,

para que descansaras, en tierno sopor.

Tus piernas levantadas, relajadas,

amante señora y muy bella mujer,

eres mi dueña, también compañera.

Junto a mí, recibes las alboradas,

a mi me regalas, todo tu querer,

pues has hecho a mi alma, tu prisionera.

Autor: José Prado

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Medallón

Medallón

Medallón inverso, sobre tu espalda,

muy retirada de mi, tu mirada,

con ese ebrio ardor, que tanto me escalda,

tu alma dolida, está… bien enojada.

Añoranza triste, de aquella falda,

en mi noche negra, cruel madrugada,

ni pedir perdón, mi pecado salda,

y pasan las horas, sin tu llegada.

De pronto desnuda espalda, y su medallón,

aparecen, sorprendiendo mi sentir,

como esa brisa, fuerte e inesperada.

Tiembla de amores, fuerte mi corazón,

mi cuerpo de nuevo, vuelve a vivir,

porque a mi alma al fin, llegó tu alborada.

Autor: José Prado

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