Tu ropa de
placer.
Cuantas
ganas guardadas,
dejamos
libre aquel día,
cuanta
lujuria encerrada,
cuanta lascivia
tenia,
mi razón
enamorada,
hasta que cubrí
tu cuerpo,
en amor,
desde tu linda cara,
hasta…hasta
el Corazón.
Tuve que
haberte acariciado,
tan fuerte,
que quizás te pudo doler,
porque deje
enterrado,
mi cuerpo
en ti mujer;
salvaje tu
movimiento,
incesante
sin conceder,
un minuto
de descanso,
a nuestros
cuerpos mujer.
Gemías
entre suspiros,
y tus ojos
no cerraban,
mirándome
cara a cara,
retándome con
la mirada,
así llego
la alborada,
y cuando me
volví a verte,
no estabas
cansada,
y volví a
poseerte.
¡Ay! Que días
más bellos,
que lindo
mi amanecer,
siempre mi árbol
plantado,
como
debe…como debe ser,
y tu… tu
siempre dispuesta,
al momento del
placer,
me dejaste
puesta,
tu ropa de
placer.
Autor: José Prado
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