Solo con tu ausencia.
Estoy en mi cama recostado,
solo con mi conciencia,
con los recuerdos pasados,
y con tu terrible ausencia;
siento mi corazón apretado,
resquebrajada mi voz,
cuando digo tu nombre,
y solo tengo un adiós.
Recuerdo tu piel, en la almohada,
de aquel lejano hotel,
donde al fin pudiste probar mi alma,
sobre tu cuerpo de mujer;
recuerdo tu respiración,
los jadeos de tu ardor,
las caricias que guardaba,
y que te di sin resquemor.
Busco entonces tu rostro,
tus blusas, tus faldas,
grito desesperado,
¿Dónde estas mi alma?
Y un eco muy lejano,
me dice: ya te olvidé,
y entonces desconsolado,
me duermo sin tu querer.
Autor: José Prado
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