Pelea de astros

Pelea de astros

Piel acariciada por mis manos,

ferviente pasión de anhelos llena,

Sol y Luna, que con mucha pena,

pelean ellos, por sentir humano.

Agua, aunque fuera catarata,

no podría ella, aplacar el fuego,

de este siniestro de sentir fiero,

lleno de intenso dolor, y erratas.

Envidia de Luna, celos de Sol,

tu cuerpo esta, en el mismo medio,

para estos males, no hay remedio,

envidia, celos, trae a veces el amor.

Tu belleza es tan pujante,

tu risa tan limpia y pura,

reflejan candor, dulzura,

en un cóctel embriagante.

Piel, cuerpo, y sensual belleza,

nunca el Sol, ni la Luna podrán,

dejar ellos mismos de pelear,

porque tú… tú eres realeza.

Autor: José Prado

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Cuerpo de acero templado

Cuerpo de acero templado

Formas de mujer, guerrera imperial,

Dios le formó, divina su figura,

estatua, que perfecta y segura,

mueve, su fina silueta al danzar.

Exótica mujer, seré sincero,

me inquietó, ardiente hermosura,

perfil moreno, lleno de lisuras,

fuerte cuerpo, de brillante acero.

Cayose del cielo, linda estrella,

brillante, sutil, talentosa ella,

quedose en mi lengua, un te quiero.

Entre rejas quedé encarcelado,

por tu cuerpo de acero templado,

gritando este amor, prisionero.

Autor: José Prado

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Del cielo dos luceros

Del cielo dos luceros.

Noche era, de clara Luna,

noche de titilantes estrellas,

salvaje sabana moruna,

buscaba la novia más bella.

Del cielo dos luceros,

sin alguna explicación,

en tus ojos se escondieron,

buscando mirada de amor.

Y yo gitano, hombre de gestas,

huí de tu candente mirada,

claras pupilas estas,

que acababan la madrugada.

Al cielo los dos luceros,

no quisieron regresar,

se enamoraron de tus ojos,

de la luz de tu mirar.

¡Ole guitarra mía! De cantío flamenco,

canta a esos ojos, tan bellos,

que mi piel toitica tengo,

con erizados cabellos.

Que me regale Dios, tus ojos,

esos de gitana mora,

y que mis rodillas de hinojo,

te adoren mujer ahora.

¡Ole guitarra mía! Tú que la enamora,

regala a esa mujer, clavel de caballero,

y que ella me de, la belleza de sus horas,

y el negro color, de sus cabellos.

Autor: José Prado

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La pasión de tu boca

La pasión de tu boca

Ardor llenaron los tiempos,

sensual momento de amor,

tu boca viajando mi cuerpo,

con loca, e insana pasión.

Lozana cabellera sudada,

ni yo se lo que pasó,

tu cuerpo una linda trastada,

en el tiempo de amor me jugó.

Ya no tuve más las riendas,

menos aún el control,

se había desatado una fiera,

sedienta de sangre de amor.

Victima mis manos cayeron,

se posaron en tu cabeza,

como resistir el embate,

de tu sensual naturaleza.

Mi cuerpo temblaba de placer,

mi alma de goces loca,

por tu cuerpo de mujer,

y la pasión de tu boca.

¿Como resistir tú aliento?

Si tu agitada respiración,

era caliente como el viento,

de un tropical ciclón.

Dejé llegara la paz veraniega,

y cuando te volví a mirar,

reíste saboreando sin pena,

en tu lengua… mi suspirar.

Autor: José Prado

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Eras toda pintura de amor

Eras toda pintura de amor

Tu blanca piel, es papel de encanto,

en ti un artista, se esmeraba,

dejando trazos que en ti, marcaba,

de juventud inexperta, su canto.

Rebeldía reflejas, al buscar valor,

para tan bella piel, con tinta marcar,

sin importarte, que en tú desafiar,

marcabas, linda pintura de amor.

Sinuosa tu joven, linda figura,

¿Por que arañar natural dulzura?

esa piel blanca, que te regalo Dios.

¿Por que dañar, ese lindo retrato?

Solo por rabia, loco desacato,

si eras toda, pintura de amor.

Autor: José Prado

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Noche sin luna

Noche sin luna

Noche sin luna, oscuro reflejo,

cantares de apagadas estrellas,

que aún sin verse, son queridas, bellas,

negros diamantes, tus ojos, y pelo.

Oscuro soñar, fiera la mirada,

puro fuego, vibrante, fiero, voraz,

así tu vientre, amazona letal,

doma esta alma enamorada.

Montura fina, de piel tus caderas,

hechas ellas para largo cabalgar,

en la noche, o en la alborada.

Risa que se roba, ladrón el viento,

tu olor, tu respiración yo siento,

ranchera mujer, que es Mexicana.

Autor: José Prado

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Entre tus dedos

Entre tus dedos

Subyugados, apresados, tus senos,

con fuerza, por el recuerdo de la pasión,

momento que ilusionado amor,

dejó por sus pasiones prisionero.

Esos dedos despiadados dejaron,

envenenado, tú humano corazón,

y tus pechos inocentes, a la prisión,

como dos reos condenados, enviaron.

Recuerdo guardado llevan tus dedos,

tu ardiente sentir, dejó muy quedo,

erguidos pechos, que tanto sufrieron.

Aquel placer, de sexual masoquismo,

que dolor, convirtió en erotismo,

orgásmico, el sentir que vivieron.

Autor: José Prado

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Donde quedó el amor?

¿Donde quedó el amor?

El fuego que tu sensual traje transmitía,

tus gestos de hembra, linda, coqueta,

colgaron del deseo la etiqueta,

pero donde: ¿Dónde quedó el amor?

Sexual atracción, mucha belleza había,

pasional encuentro, cuerpos, y querer,

fuego ardiente, hombre, también mujer,

pero yo amor, ante Dios que no sentía.

Que tristeza, cuando ardiente placer,

le falta la misión del humano ser,

aquella tierna estampa, del rubor.

Y al dejarnos, queda ese gran vacío,

con alma llena, de espantoso frío,

preguntando: ¿Dónde quedó el amor?

Autor: José Prado

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Esclavos del amor

Esclavos del amor

Cuando te vi, nunca lo entendí,

no sabia el por qué al mirarte,

todo cambiaba, me hacia amarte,

en una atracción feliz,

Luego paso el tiempo, llegó la carne,

con esa fuerza, inmensa brutal,

que yo no podía controlar,

y en ti, con pasión quise inmolarme.

Mas adelante, arribó el querer,

fue un sentimiento distinto,

con el até yo con mi cinto,

tus lindas manos de mujer.

Hoy, ya hace mucho tiempo,

de todos esos sentimientos,

pero sin querer, a cada momento,

recuerdos, me trae el viento.

Sueño tu movimiento,

tu sensual, y amante gemir,

tu boca que me hizo sentir,

el dueño del universo.

Y sufriendo tu lejanía,

me lleno de sufrimiento,

escribo con letras el lamento,

en estas rimas, con melodía.

Porque en doloroso candor,

aunque tú, siempre lo niegues,

ambos seremos, atados seres,

sumisos esclavos, del amor.

Autor: José Prado

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Risa de cascabel

Risa de cascabel

El viento, reía en mis oídos,

con el sonido natural,

que hacen las olas del mar,

que relaja los sentidos.

En aquel ambiente de paz,

eras tú, obra del pincel,

y tu risa de cascabel,

inundaba aquel lugar.

Ojos, boca, piel, y risa,

me llenaron con la brisa,

de un intenso suspirar.

Tu cabello color de miel,

tú bella y dorada piel,

volvieron a enamorar.

Autor: José Prado

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No te asombres mujer

No te asombres mujer

Anoche, miré tus ojos de asombro,

no se por qué te sorprendiste,

¿Como fue? Que cuenta no te diste,

quería te apoyaras en mis hombros.

Después de tanto hablarte,

de sentir mí obvia melancolía,

¿Como no entendiste lo que sentía?

Sentía tantas ganas de amarte.

Fui yo quien me sorprendí,

pues siempre hablo tan claro,

de pronto sentí el desamparo,

huérfano de amor me sentí.

Tu mirar fue un anochecer,

tus pechos blancas palomas,

que escaparon a las lomas,

olvidando todo mí querer.

Entonces triste, me despedí de tu ser,

partí solo, sin esperanza de regreso,

con dulzura, te regalé mi último beso,

y si me recuerdas, no te asombres mujer.

Autor: José Prado

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Esperaré al amor

Esperaré al amor

Exhausto, cansado de galopar,

en busca de un buen amor,

llegué hasta el mismo mar,

a descansar mi corazón,

maldita sea la razón,

que lo oculta de mi vista,

y hoy pasando revista,

creo, que muy poco me visitó.

En mi viaje largo, salvaje,

dejé atrás, hasta mi ropa,

pues quiero nuevo linaje,

bien caliente, que esté mi sopa,

no quiero alguna espera,

cuando yo quiero amar,

porque hasta a las olas del mar,

el viento las desespera.

Aquí sobre el lomo del animal,

esperaré paciente, bajo el sol,

a ese escurridizo amor,

que a mí, me quiere olvidar,

y si algún día pues llegase,

esa hembra que se atreva,

que por favor, se vista de Eva,

gusto de piel, no de envase.

Autor: José Prado

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Oscuro cuarto de amor

Oscuro cuarto de amor

Cuatro paredes, mucha oscuridad,

dentro dos cuerpos, amantes desnudos,

brazos y piernas, enredados nudos,

para que hacía falta la claridad.

En oscuridad, yo tan claro te veía,

mis manos, tu bello cuerpo hallaron,

y mis labios con besos, se tomaron,

ese amor, que entre tus mulos había.

Oscuro cuarto de amor, hermoso,

cuanto placer, tu cuerpo oloroso,

me daba, con pasión, ardor y alegría.

Si afortunado, con mucha suerte,

yo en oscuridad, pude tenerte,

porque yo, yo en mi corazón te sentía.

Autor: José Prado

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Espejo de mar

Espejo de mar

Una vez, dudaste, sentiste miedo,

de confiar tu belleza, al poeta,

a la pluma limpia, que en letras,

escribía para ti, un caballero,

porque larga, larga fue la saeta,

con que te hirió un mal arquero.

Con dudas aún te miraste,

y de tu figura el reflejo,

no veías en aquel espejo,

la belleza que buscaste,

entonces te recordaste,

de aquel poeta, ya viejo.

En sus ojos, apareciste,

no en un espejo normal,

era uno hecho de azul mar,

de las playas, donde naciste,

y en letras inspirar hiciste,

un poema muy singular.

Era sobre este nuevo, raro espejo,

marco tenía, de vacías caracolas,

el cristal, de blancas amapolas,

frente a él, una pluma y su tintero,

con ella te escribió él, un te quiero,

que te robó el mar, con sus olas.

Autor: José Prado

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Felina despeinada

Felina despeinada

Relucientes tus ojos, en linda visión,

mujer de cabellos, ralos y largos,

no pudieron tiempos duros, amargos,

apagar el fuerte ardor, de tu pasión.

Fiera lista al amor, despeinada,

con felina actitud agresiva,

miras al macho, lo quieres encima,

gata en celo, y enamorada.

Que importa el tiempo o el lugar,

cuando quiere tu cuerpo sentir, amar,

¿Quien dice si es noche, o mañana?

¿Cual es la señal, mi fiera hermosa?

Yo te diré, es muy simple la cosa,

tu cabellera riza, despeinada.

Autor: José Prado

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