Sonidos nocturnos
Era la hora del descanso, después del placer,
entre mis brazos, te recostaste ronroneando,
modosa forma la tuya, la forma de tu querer,
no olvidaste el detalle, de un beso suspirando.
Sonidos nocturnos, que al cuerpo de una mujer,
llenaron con coqueteo sin igual, insinuando,
que satisfecha de amor y cumplido el deber,
ya merecías estar, acunada y descansando.
Cerraste los ojos, acaricié tu cabello,
luego sin mucha importancia, yo besé tu cuello,
tus ojos se abrieron, pero ya no eran taciturnos.
Tornas tu cuerpo con furia, porque me tomaste,
salvaje amazona al mismo cielo, me llevaste,
luego soñando diste, tus sonidos nocturnos.
Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor
USA
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