Salvador y rosa
Rosal en un páramo, un solitario agricultor,
un tanto sorprendido, descubrió estupefacto,
estaba tan marchito, por el extremo calor,
su tallo delgado, pero fuerte como un pacto.
Tomó él con mucha ternura, la planta con amor,
plantó rápido, tenaz, el rosal ipso facto,
con la prestancia, del tan esperado salvador,
que es heroico en su actuar, en amante y trémulo acto.
Miró la planta sorprendida, a aquel jardinero,
sintiose ella fuerte, audaz, fértil, más aún hermosa,
ya bajo el brillante sol, libre como un velero.
Tendió sus ramas, se estiró ahora reina orgullosa,
sin ni siquiera preguntar, en aquel Febrero,
a aquel humano salvador, regaló su rosa.
Autor: José Prado
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