Ladrón de alma
Cansada, extenuada y dormida,
en aquel salvaje entorno,
donde amante y desvanecida,
fuiste en fin, el más bello adorno.
Dominó mi alma, tu dulce figura,
no pude… no pude dejarte ir,
fue tan, pero tan fuerte mi locura,
que tuve… tuve que delinquir.
Luego mirando, tu belleza impura,
pues de ella fui el ladrón,
se me llenó el cuerpo de ternura,
y se me estrujó el corazón.
Te llevé por la vida, delincuente,
sin arrepentirme de mi error,
porque te hiciste dueña de mi mente,
con la inocencia de tu amor.
Hoy sigo mirando tu cuerpo bello,
porque el tiempo, no borra de mis ojos,
aquel atardecer con tu destello,
ni mi pecar puesto de hinojos.
Perdón mi Dios, perdón te pido,
por robar tu alma, con mis antojos.
Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor
USA
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