Mi error tiene nombre de mujer

Mi error, tiene nombre de mujer.

Hoy leyendo mi libro favorito,

tropecé con mi favorita frase,

y recordé el milagroso enlace,

que tiene con mis escritos.

Hay mas felicidad en dar, que en recibir,

y pensé que yo cuando escribo,

es porque siento, también percibo,

de que un pedazo de mi voy a compartir.

Comparto todas mis penas,

también mis amores,

experiencias, y temores,

de los que mi vida esta llena.

Doy todo lo único bueno que tengo,

para que otros aprendan,

para que nadie los reprenda,

por errores ya conociendo.

Y pensé con amor, y con tristeza,

¿Cuantos errores  he cometido?

¿Cuántos? Y nunca me he arrepentido,

porque peco, y amo con la belleza.

Entonces escribí estos versos,

porque los errores de mi ser,

todos tienen nombre de mujer,

y están guardados en sus pechos.

Autor: José Prado

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Mujer lejana

Mujer lejana

Lejana como siempre, sola comías,

mis ojos de ti, cada movimiento,

con admiración, sano sentimiento,

tu roja boca, yo soñaba, sentía.

Te dije palabras, reíste penosa,

comprendiste que aún yo te pensaba,

que aunque lejos de mi, te sentabas,

mis ojos te observaban, mi diosa.

Me di cuenta de risa, y tu boca,

devaneo, de tus numerosas dudas,

que tus deseos escondidos, derrota.

Y te deseé con inmensa ternura,

mi mujer lejana, que vuelves loca,

ilusa razón con tu hermosura.

Autor: José Prado

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Tu alborada

Tu alborada

En alcohol, ahogaba mis penas,

de soledad, dolor, y hastío lleno,

consumía con dudas, corazón lleno,

total añoranza que envenena.

Recordaba dulce, tierna mirada,

divino aliento, olor de rosa,

derramaba yo, por dama hermosa,

lagrimas de amor, mujer amada.

Lejos estaba, perdido corazón,

eterna parecía la madrugada,

olvido, recuerdos, callada pasión.

Cuando demente casi olvidaba,

amarrada mi mente con desamor,

llegó a salvarme tu alborada.

Autor: José Prado

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Estocada mortal

Estocada mortal.

Tal vez pensaba, lejanos caminos,
curvas extremas de continuo amor,
caminos extensos llenos de pudor,
extenuantes sentimientos, divinos.

Pensaba… estrecho, discreto talle,
en voluptuosa, divina mañana,
con la mirada árabe pincelada,
en avalancha mora, a mis lugares.

Cruzado caballero, me resistí,
peleaba yo defendiendo mis amares,
pero ante tus caderas sucumbí.

Mirada filosa cruzó los mares,
y en mi guerrero corazón sentí,
estocada mortal, a mis cantares.

Autor: José Prado
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La flor de tu ternura

La flor de tu ternura.

Tela insulta a tu belleza,

mujer de cuerpo insurgente,

hermoso, y sugerente,

que enamora, que embelesa.

Ropa en que peligra,

la fantasía de mi quimera,

tomé enojado la tijera,

y corte la infame fibra.

Cayó en silencioso modo,

descubriendo tu desnudez,

y pude ver de una vez,

tu belleza en acomodo.

Suspiró la vida enamorada,

mis ojos como un rebozo,

cubrieron tu cuerpo poco, a poco,

con la luz de mi mirada.

Levantose con empeño,

como puente levadizo,

mi pasión, mis sueños,

alentado por tus rizos.

Me acerqué, con dulzura,

te tomé entre mis brazos,

y la flor de tu ternura,

robé de tu regazo.

Autor: José Prado

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Quiero

Quiero

Si las cosas que uno quiere,

pudieran ser verdad,

yo quisiera de tus besos,

solamente la mitad;

de tus ojos una mirada,

que hiciera despertar;

en mi vida mancillada,

las ganas de volver a amar.

Si las cosas que quisiera,

Dios me quisiera conceder,

de tus manos una caricia,

solo querría tener;

de tu deseo, y pasión,

tomar poco, a poco,

el querer de tu corazón,

que de amor me vuelve loco.

De el quisiera la totalidad,

no fracciones ni pedazos,

ni siquiera la mitad,

lo quiero todo, no retazos;

tu sangre, todo tu amor,

quiero tu vida entera,

quiero todo el candor,

que tiene mi alma prisionera.

Autor: José Prado

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Provocación

Provocación

Tus ojos brillaban como el fuego,

ese fuego que en el volcán nace,

que incendia la noche que en fase,

alumbra con luces, el mismo cielo.

Cuerpo bello derramaba lisura,

tu cuerpo pedía a gritos el amor,

con la sensualidad, súbito ardor,

serpentino mover de tu cintura.

Sentí tu piel que hervía, impaciente,

sin querer más demora, ni ternura,

abiertas puertas, al sexo demente.

Provocación, toda tu hermosura,

penetré sin resistencia tu fuerte,

allí quedó mi amor, y dulzura.

Autor: José Prado

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Ríe mujer hermosa

Ríe mujer hermosa.

Pasión que rondas mi vida,

que siempre estas en mi amanecer,

regálame el bello retrato,

de mi desnuda mujer,

alegra mi despertar,

con su figura adorada,

para que pueda disfrutar,

su querer, y su mirada.

Corre pasión enajenada, y loca,

llena de ardor mi razón,

para que nunca olvide,

un te quiero a su lindo corazón;

llévale al medio de su vida,

el calor de mis besos,

y dale la confianza, y la felicidad,

de todos mis pasionales excesos.

Ríe mujer hermosa,

de cuerpo escultural,

ríe, y exhibe tu belleza,

para que te pueda amar,

levanta tu cabeza,

y mira al mundo orgullosa,

que tu piel es de nácar,

y tu cuerpo de Diosa.

Autor: José Prado

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Niña bella

Niña bella

Tiempo que no vuelve, ni se repite,
tranquilidad de niña inocente,
no importa a tus años la gente,
la felicidad tus años remite.

Tu risa es como abrir una flor,
es como habitar en altas nubes,
tu inocencia es clamor que sube,
delante del mismo Dios, que es amor.

Tus ojos lindos, oscuros, brillantes,
dejaron quieto mi loco corazón,
asombroso fueron esos instantes.

Niña bella diosa del tierno candor,
cuando Dios creó los valiosos diamantes,
hizo tu risa, de perlado color.

Autor: José Prado
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Tiempo, y paciencia

Tiempo, y paciencia

Eres diferente, y bella,

hermosa mujer extraña,

eres como una estrella,

que mi horizonte baña.

Eres objeto robado,

que a otro pertenecías,

que importa si te hubo amado,

o si tu amor no merecía.

Yo te miro como un ladrón,

con ese deseo intenso,

de que seas mi posesión,

del valor más inmenso.

A diario una palabra

que sea bella te toca,

que como gota de agua,

abra un hueco en la roca.

Y en un corazón abierto,

pueda besarte los labios,

para un nuevo amor darte

y olvides tus agravios.

Auto: José Prado

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Para que quiero mis labios?

¿Para que quiero mis labios?

Deseos locos de besarte,

esos labios asesinos,

que con sus movimientos,

manejan todo mi destino.

Nube roja, marea de espuma blanca,

combinadas con maestría, y belleza,

hacen que mi cuerpo tiemble,

de los pies, a la cabeza.

No existe un momento precario,

que tuviera que olvidar,

pues ¿Para que quiero los labios?

si no te puedo besar.

Madre perla enmarcada,

por dos hermosos rubíes,

los labios que te adornan,

como rojos alhelíes.

Puesto ante tanta belleza,

no te puedo dejar de amar,

por eso ¿para que querría mis labios?

si no te pudiera besar.

Autor: José Prado

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Hoy quise, y te pensé

Hoy quise, y te pensé

Pensé en ti, quise que mi alma,

se fundiera hoy con la tuya,

quise oír tu voz, esa bulla,

que a mi corazón traía calma.

Me di cuenta de que solo libertad,

tengo de lo que he renunciado,

pero sigo siendo un esclavo,

de lo que tanto había deseado.

Pensé en tu vientre caliente,

en tus senos suaves, y tibios,

y enloquecí de repente,

de aquel ardor no tuve alivio.

Recordé tus caricias, tus besos,

tus brazos rodeando mi cuello,

y dije: que lindo fue, que bello,

y me rendí sin saber al embeleso.

No me preguntes ¿Por qué?

¿Por qué no estas a mi lado?

la razón yo mismo no la se,

si aún yo sigo enamorado.

Solo te puedo decir, te recordaba,

que hoy pensé en tu vida,

y que al volver a recordar tu partida,

mi alma lágrimas derramaba.

Autor: José Prado

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Nuevo camino

Nuevo camino

Sentado solo de noche, mirando soñaba,
cuerpo quieto, de soledad absoluta lleno,
suave girando mi mente, de recuerdos peno,
convertida vida, dura tristeza… lloraba.

Quedó tu dolor cobarde, en el medio del pecho,
puñal asesino, con recuerdo vivo, pleno,
pasaron los tiempos, pero en sentimental seno,
solo habitaba llanto, reinaba en mí el despecho.

Hoy soñando de nuevo, llegó bella mirada,
una nueva mujer sanó, nuevo y limpio lecho,
mi cercano futuro, ese que tanto esperaba.

La risa hermosa, olvidó el arduo pasado estrecho,
apareció en mi cielo, de nuevo la mañana,
un camino de luz, feliz ahora derecho.

Autor: José Prado
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Dominicana hermosura

Dominicana hermosura.

Risa esplendida blanca espuma,

marco dominicano es tu cara,

opaca la tarde, o alborada,

llena de candor, amor y dulzura.

Tus pechos montes, altos empinados,

en la llana y estrecha cintura,

es la base a esa hermosura,

que son tus muslos tersos, redondeados.

Diosa de ébano, casa tropical,

sólida, mulata la escultura,

que inspira versos, tierno el amar.

Que despide  azúcar, dulce, pura,

¿Dónde mi Dios la hubo de colocar?

En una dominicana hermosura.

Autor: José Prado

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Pasión altiva

Pasión altiva

Risa hermosa, armoniosa lira,

piel blanca, de luz brillante de luna,

hermosa reina, y linda figura,

encendida todo amor la pira.

Ojos asombrados entera vieron,

las montañas del deseo, y del ardor,

que al sentir mi mirada, mi pasión,

en sólidas rocas se convirtieron.

Tus manos habitaban en la cima,

encendiendo fuego, innato fulgor,

que causaba mi lujuria altiva.

¡Ay mujer divina, de dulce amor!

¿Por qué torturas mi pasión altiva?

Si ella es dueña de tu corazón.

Autor: José Prado

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De pronto volviste a ser mujer

De pronto volviste a ser mujer

Hacia tanto, pero tanto tiempo,
que no te sentías deseada,
que tu cuerpo añoraba,
una lujuriosa mirada,
tu cuerpo de tierna mujer,
como una rosa marchitaba,
había olvidado las ganas,
esas ganas del placer.

Tenías el deseo y el querer,
pero tus tabúes y tu estado,
tenían ya casi olvidado,
las pasiones sin saber,
de pronto un caballero,
se dio cuenta de tu risa,
que era picara, no sumisa,
y envolvía al mundo entero.

Y se acabó el esperar,
sin saberlo había llegado,
ese hombre arriesgado,
regresó el deseo carnal,
tu vientre se volvió irracional,
de él brotó la añoranza,
en bello orgasmo pasional,
de ardor, ilusión y templanza.

Y de pronto volviste a ser mujer.

Autor: José Prado
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Hoy es otro día

Hoy es otro día

Hoy es otro de esos días,
en que te añoro a mi lado,
es ya casi medio día,
y aún espero tu llamado;
es la costumbre del enamorado,
que espera a su amor,
no importa el tiempo,
tampoco la ocasión.

Hoy es otro de esos días,
esos que nunca son iguales,
porque te quiero con porfía,
como oleaje de los mares,
parece toda una historia,
de tiempos de antaño,
mientras más son los años,
más estas… en mi memoria.

Autor: José Prado
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Tenias ganas de amar

Tenías ganas de amar

Tenías ganas de amar en tus ojos,
sentí que de tu corazón,
y de tu impúdica pasión,
tenía yo la llave de los cerrojos,
no querías sexo, tenías ganas de amar,
pues en mis formas esta la diferencia,
querías que olvidara la decencia,
a la hora de tu cuerpo tomar.

Miré tus brillantes ojazos,
que reflejaban el verano ardiente,
que reinaba allí en tu vientre,
levantando tu terso regazo,
sabía todo de una vez,
tu respiración alterada,
tus labios mi boca buscaban,
mordida caricia del querer.

Tenías ganas de tener,
largo amor sin descanso,
así fue, un sensual canto,
a tu alma, alma de mujer,
y mirando al final del amor,
cerrados tus ojos de placer,
sentí muy lindo al saber,
deshojada de ansias tu flor.

Autor: José Prado
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Escultura de Dios.

Escultura de Dios

Mujer hermosa de joven figura,

reina de belleza, tierna, natural,

luces entre la arena, y la mar, 

eres preciosa, grácil escultura.

¿Que podría igualar, a esta visión?

mujer de carne, sólida, y fuerte,

¿Quién podrá tener la inmensa suerte?

De robarte, y tener tu corazón.

Soneto de amor, yo te escribo,

letras que envuelven humana pasión,

esa que en tu alma yo percibo.

Mirando tu risa, y dulce candor,

aire de tu cabellera recibo,

y de Dios mano de sabio escultor.

Autor: José Prado

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Que puedo hacer con esta razón?

¿Qué puedo hacer con esta razón?

Libre mujer con belleza desnuda,
nada iguala la luz de tu mirar,
indefensa alma, poeta al amar,
con la intensa voz de tu ternura.

Huyó de mí, voluntad antes presa,
con belleza de inusual lisura,
pues al solo admirar tu figura,
olvidé el dolor de mis vilezas.

Partieron la vida, y el corazón,
rauda huida, fugaz, enamorada,
que más puedo hacer con esta razón,
si mirar al cielo en alborada,
es descubrir al mismísimo amor,
en tu risa bella bien… bien guardada.

Autor: José Prado
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