Verano
eterno
Andaba yo perdido por el mundo,
con el alma desnuda, fría,
era noche, nunca llegaba el día,
para este desamorado vagabundo,
navegantes caricias ausentes,
en mi alma de trotamundos,
era mí vivir nauseabundo,
por las tristezas, de mi mente.
De pronto sin esperarlo,
como milagroso sortilegio,
llegó un murmullo suave, largo,
nueva luz, eran nuevos tiempos,
ya no hubieron más tropiezos,
al calor de tu cuerpo me arrimé,
en el comprensión yo encontré,
amor, y la miel de tus besos.
Hoy en tus brazos me pierdo,
ya no siento más el dolor,
ya no lloro, tengo el valor,
olvido los malos recuerdos,
y con tan grande felicidad,
ya olvidé al crudo invierno,
vivo en un verano eterno,
con el intenso ardor de tu amar.
Autor: José Prado
@Derechos
reservados por el autor
USA
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