Mente prisionera
Naciente negrura,
hermosa tarde,
parecían tus ojos,
linda princesa,
mirada de diamantada
belleza,
imposible dejar
de admirarte.
Tu risa era coqueta,
buscaba,
la mirada de un
hombre con deseo,
inquieta tu pelo suave
tocabas,
con dedos
sensuales, ardientes los veo.
Piel blanca, negra,
brillante mirada,
risa perlada, y cascabelera,
tu rostro puro
amor reflejaba.
Que puede hacer
la fugaz viajera,
mente de un poeta
que admiraba,
quedar inspirada,
y prisionera.
Autor: José Prado
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USA
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