Diamantada
oscuridad
En la diamantada
oscuridad,
madre eterna del
amor,
brillaba el infinito
color,
de tú intenso
mirar,
enmarcados tus
ojazos
por tus arqueadas
cejas,
con razón pues me
dejan,
de ellos
enamorado.
Silente tú mirada
recostada sin querer,
tú cabeza en la
almohada,
eras muy bella
mujer;
¿como resistir el
encanto?
¿como no caer a
tus pies?
si al mirarte
cada vez,
me cubría Dios
con su manto.
Diamantada
oscuridad
que rompía tú
mirada,
era tarde, y
empezaba
a romper la
claridad;
y allí en la
intimidad,
mirándome tus
ojazos,
me dormí en el
regazo,
de la
tranquilidad.
Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor
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