Labios que
son como fresas
frescas, y
maduras,
listas para
comer,
y disfrutar
su dulzura,
boca que
arrebata mis sentidos
que agita mí
razón,
alterando
los latidos
de mí viejo
corazón.
Boca que
envuelve el color,
que me hace
hervir la sangre,
con esos
dientes de perlas.
que de amor
dan hambre;
boca que
con un rezo,
y abriendo
su puerta,
me hace
desear un beso
y por ti perder
la cabeza.
Boca de
labios llenos,
de
sensualidad divina,
que hacia
el mismo amor
todos los
caminos adivina;
porque es
la entrada primorosa,
es el
regalo de Dios,
es el Cádiz
de una rosa
abierta
para el amor.
¡Ay Dios mío!
que enviaste
a este corazón…
su boca,
perdóname
los deseos
que mí
mente evoca,
porque ya
no se vivir
ya no se reír,
ni cantar,
pues me
trastorna el sentir
de a esa
boca un beso robar.
Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor
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