Dueño afortunado
Miraba un paisaje,
hermoso,
que deslumbró mi mirada,
un paraje que en
mi almohada,
entre sueños era
luminoso,
una cascada tan
negra,
como el grafito
brilloso,
unos ojos tan
oscuros,
como el cielo
tormentoso.
Unos hombros
alineados,
al perfil de sus
caderas,
sus brazos eran
ramas,
bellas ramas de
ciruelas,
sus pechos
imponentes,
montes ufanos, y
erectos,
del tamaño
perfecto,
me arrobaron de
repente.
Los muslos eran
marcados,
la piel sobre
ellos se estiraba,
en un vaivén enamorado,
en tu muscular
pisada,
pisada de pies de
princesa,
acostumbrados al
escabel,
de las piernas
que un pincel,
dibujó con
delicadeza.
Desperté
sobresaltado,
ante tan inusual
imagen,
pensé en los
detalles,
de mi sueño
enamorado,
entonces miré a
mi lado,
a tú durmiente
figura,
y del sueño la
estructura,
era yo dueño
afortunado.
Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor
USA
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