Llanto
Rodó por la
ladera hermosa,
de un rostro
atormentado,
la catarata
ruidosa,
de un llanto
atropellado,
miré el sollozo
incontenible,
del paroxismo
ilimitado,
y se me aguaron
mis ojos,
por tu dolor
humillado.
Sentimiento a
borbotones,
gestos muchos, a
granel,
en una erupción
de emociones,
que no podías
contener;
quería en verdad
ayudarte,
con una palabra
de consuelo,
pero decidí mejor
escucharte,
descargar tu
desvelo.
Y al cabo de
tanto rumor,
sola secó aquella
catarata,
volvió a tu
rostro el color,
y la risa
insensata;
y me di cuenta en
mi ser,
que a veces es
importante,
para un hombre
galante,
escuchar a la
mujer.
Recordé mi
experiencia,
que los años
educaron,
mantén tu oído abierto,
y tus labios
cerrados;
y así solamente,
sin sufrimiento,
solo con la
sapiencia,
que me dio la
experiencia,
se calmó tu
sentimiento.
Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor
USA
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