Tormenta
de amor
Fue luz el rayo que centelleaba,
tormenta en entrega desmedida,
amores de luces encendidas,
fue aquella sublime madrugada,
quedaron bien encajadas,
las caricias por aquel viento,
pues ansiamos el momento,
que pasiones desataban.
Atados nuestros cuerpos,
en un insaciable apetito,
aunque fuera un delito,
amarte en mi dialecto,
fue en comunión de almas,
pues guardamos el secreto,
de los infieles lamentos,
entre lejanas…lejanas palmas.
Nos amamos con hambre,
nos amamos con furia,
con aquella loca lujuria,
con que solo aman, los amantes,
no quedó de ti, un instante,
no quedó de ti, un suspiro,
que mi deseo no devorase,
pongo a Dios como testigo.
Autor: José Prado
@Derechos
reservados por el autor
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