Amantes ocultos en el mar
El mar se movía suavemente,
era casi ya el mediodía,
cuando la fiebre de mi mente,
mi humano cuerpo encendía.
Tenté riendo a tu osadía,
y para mi gran sorpresa,
también tú estabas presa,
porque el mar nos movía.
Te acercaste sin demora,
y sostenida por mis brazos,
te olvidaste del recato,
no quisiste ser señora.
Con esa risa, pícara, y alegre,
te entregaste a la pasión,
que importaba si había gente,
si mandaba entonces el corazón.
Que hermoso fue ese amor,
que delicioso era tu talle,
no importaban los detalles,
ambos vivíamos el ardor.
Y al terminar de amar,
tu risa fue tan pujante,
tu vientre tan excitante,
que se calentó la mar.
Y volvimos a empezar,
con ese beso furtivo,
que nos hizo fugitivos,
inmersos, ocultos en la mar.
Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor
USA
El mar se movía suavemente,
era casi ya el mediodía,
cuando la fiebre de mi mente,
mi humano cuerpo encendía.
Tenté riendo a tu osadía,
y para mi gran sorpresa,
también tú estabas presa,
porque el mar nos movía.
Te acercaste sin demora,
y sostenida por mis brazos,
te olvidaste del recato,
no quisiste ser señora.
Con esa risa, pícara, y alegre,
te entregaste a la pasión,
que importaba si había gente,
si mandaba entonces el corazón.
Que hermoso fue ese amor,
que delicioso era tu talle,
no importaban los detalles,
ambos vivíamos el ardor.
Y al terminar de amar,
tu risa fue tan pujante,
tu vientre tan excitante,
que se calentó la mar.
Y volvimos a empezar,
con ese beso furtivo,
que nos hizo fugitivos,
inmersos, ocultos en la mar.
Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor
USA
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