Calmada, y hermosa
dama.
Naciste en El
Salvador,
calmada, y
hermosa dama,
y el cielo mismo
te llama,
cada día con
fervor.
Sabes tanto del
dolor,
pero eres tan
indulgente,
que soportas
suavemente,
la vida con tu
candor.
Inspiraste a un
poeta
que con palabras
no puede,
decir que lo
conmueve,
tu risa pícara, y
pizpireta.
Prometí un verso
darte,
a tu cuerpo
presumido,
pero mira el
desatino,
le escribí a tu
carácter.
Pues ¿que sería
la belleza?
sin la debida
templanza,
seria nada, solo
ansias,
pero tú, tú
posees ambas.
Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor
USA
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