No puedo perdonarte.
Te fuiste
buscando calor
en otro cuerpo
ferviente,
que te diera un
amor
con un sabor
diferente.
Pensaste que en
este habría
un espacio que te
diera,
mucho amor todo
el día
y de noche te
enloqueciera.
Pero aquí todo se
paga
la traición, y el
tormento,
y tú misma
traicionaste
nuestro santo
juramento.
Ahora vuelves
arrepentida
pidiéndome un
retazo,
de ese amor
destrozado
hecho trizas,
pedazos.
Pero no puedo
perdonarte
porque este roto corazón,
muy dentro sano la herida
que causo tu traición.
Autor José Prado
@Derechos reservados por el autor
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