Ardiente
llamarada
Cuando la pasión
corría los llanos,
de tu cuerpo como
gacela,
nacía en el
centro de la alameda
el gemir de muchos
lagos,
sentía yo por
todos lados,
admirado el
sonido del amor,
penetrado ya tu
ardor,
con ternura de
enamorados.
Fue dulce la
experiencia,
volví a sentir
pasión,
se despertó otra
vez el león,
que pacía en la
impaciencia,
mordí tus carnes,
rabioso,
apreté tus senos
sin clemencia,
con la feroz
desesperación,
de la templada
indecencia.
Te dije muy quedo
groserías,
esas que solo dicen
los amantes,
en esos mismos
instantes,
que otros hombres
callarían,
pero yo no soy
caballero,
a la hora esta de
amar,
amo como un
animal,
y grito al mundo
entero.
Detesto el
silencio, que me apaga,
detesto la callada
tranquilidad,
quiero gritos, en
la intimidad,
quiero encendida
mi llama,
y quien haya sido
mi dama,
ya conoce mis
momentos,
sabrá que yo no
miento,
soy ardiente
llamarada.
Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor
USA
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