Una mañana de Mayo
La Luna se estaba escondiendo,
ya era el fin de la madrugada,
y recostado, yo en mi almohada,
sentí tu tibio cuerpo durmiendo,
me recosté despacio a tu espalda,
tierno, besé tu esbelto, cuello,
quedo te dije entre tus cabellos,
calma esta sed que me mata.
Sentí tu despertar modoso,
con esa tu sensual manera,
dijiste: toma de mi lo que quieras,
hazme el amor que es hermoso,
apriétame, estrújame suavemente,
y al oír tu ansiosa respiración,
se volvió loca mi mente,
de pasión, y amores mi corazón.
Te pedí entonces te voltearas,
para mirar tus ojazos a tiempo,
y pedirte dale tu fuego a mi cuerpo,
en esta naciente mañana,
no te detengas, y goza,
recibamos a la alborada,
con la ardiente llamarada,
de tu piel tersa, y olorosa.
Nos amamos sin desmayo,
sudor bañaba mi frente,
yo en tu vientre, muy presente,
caliente, esta mañana de Mayo,
calmado ahora el desatino,
para entonces ya extenuados,
nos quedamos abrazados,
y en un beso nos dormimos.
Autor: José
Prado
@Derechos
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