Buscaba Dios,
hacer la belleza,
para su
maravillosa creación,
miró bello, bello
era el sol,
bella también la
naturaleza,
pero él buscaba
un toque especial,
buscaba algo con
presteza,
algo especial,
para su belleza,
algo que no
pudiera tener igual.
Buscó en lejanos
continentes,
en los valles, y
en las montañas,
hasta que miró a
cierta gente,
Dominicana,
linda, y poco huraña,
entonces una
mulata hermosa,
con fuego en sus
sensuales caderas,
caminaba airosa
por la pradera,
de aquella isla
tan preciosa.
Había buscado él
con tanto ardor,
que al encontrar
tal hermosura,
exclamo Dios ¡Que
bella criatura!
Y allí mismo sudó
él todo su amor,
y en aquella
dorada piel isleña,
halló Dios aquel
especial ingrediente,
dio mulata piel,
a su belleza naciente,
y la llamo él:
“CIBAEÑA”
Autor: José Prado
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