Nunca se acaban
los recuerdos.
Las sabanas se
engalanaron,
con la presencia
de tu piel,
caricias mucho
más de cien,
a tu bello cuerpo
tocaron,
besos, y lengua,
se entrelazaron,
con ese dulce
embeleso,
que me dejaron de
pasión preso,
cuando en tu sexo
se cruzaron.
Tus muslos
enmarcaron mi cara,
te di ese
maravilloso regalo,
allí detenido,
como esclavo,
del sabor que tu
cuerpo emana,
allí estático
como piedra,
quedó amarrado el
tiempo,
escuchando los
lamentos,
viendo mis caricias
a tu tierra.
Tu cuerpo
testigo, sano,
de tanto, tanto
amor,
hervía con todo
el calor,
del placer con
que te amo,
derretidos,
desnudos cuerpos,
bañados por
nuestro sudor,
nunca se ha
acabado el amor,
como tampoco los
recuerdos.
Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor
USA
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