De nuevo
Campos tejidos de noche,
encaje de luz de estrella,
tu piel brillaba en ella,
con la risa de tu goce,
a lo lejos una tonada,
acompañaba nuestros amores,
mujer vestida de luna,
de tu pelo, a los talones.
Enamorado del retrato,
que tu visión presentaba,
mi vista enamorada,
te admiraba sin recato,
nunca vio un cielo estrellado,
tanta, tanta belleza pura,
nunca a un bello lucero,
opacó otra hermosura.
Jóvenes éramos, al amor abiertos,
jóvenes atrevidos, ¡OH Dios!
Se me partía mi sexo en dos,
eso… eso bien lo recuerdo,
cuanta dureza en mi vida,
cuanta tersura en tu piel,
como reventaba mi sien,
tu a mi cuello bien prendida.
Ayer… ayer te volví a ver,
después de tantos años,
te recordé como antaño,
hermosa, y bella mujer,
reí para mis adentros,
estabas acompañada,
pero vi yo en tu mirada,
que me recordaste por cierto.
Solo te dije adiós, luego te vi partir,
y cuando al fin te alejabas,
el viento cruel me lastimaba,
con el aroma, de tu vivir;
de nuevo te volví a revivir,
tornaste tu rostro con cuidado,
sentiste que te había besado,
antes… antes de dejarte ir.
Autor: José Prado
@Derechos
reservados por el autor
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