Solo un hombre, y
una mujer.
Una vez como tantas
veces,
sentí esa curiosidad,
por mirar mucho más
allá,
de lo que en
verdad debía,
nos miramos a los
ojos,
embelesados aquel
día,
brillaron dos
luceros,
caídos del mismo
cielo,
abrazados,
abrazados todavía.
Las bocas
hambrientas,
se mordían en
caricias,
como decir las
delicias,
si de amor
estaban sedientas,
como olvidarte en
mis brazos,
tus piernas en
mis espaldas,
mis manos entre
tus faldas,
y la pasión de tu
regazo.
Como olvidarte
mujer,
como olvidar tu
tibieza,
como olvidarte
princesa,
del amor, y del
placer,
sillas, y mesas
volteadas,
que le íbamos a
hacer,
si no habían allí
almohadas,
solo un hombre, y
una mujer.
Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor
USA
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