Déjale que ame
La tarde jugaba con mis ojos,
tu cuerpo regaba mis riveras,
los deseos puestos de hinojo,
tu cuerpo doblado, ya me espera,
como ramo de flores que deshojo,
pues tu alma, es eterna prisionera.
Mojada entrada al placer,
era aquella cueva sinuosa,
con pálpito de ardiente mujer,
y suelo de alga resbalosa,
tibio lugar donde pacer,
mi cuerpo, haciéndote dichosa.
Partió de tu alma el suspiro,
amarrado por mis besos,
tus caderas hacen un giro,
mis labios musitan un rezo,
mi vástago te da el castigo,
que añoraba tu embeleso.
Tarde de amores, de gritos llena,
tu cuerpo que en un delito,
con amor mismo se condena,
otro ser, con deseo te ha inscrito,
en el pecado que te apena,
y llenó de morbo, tu apetito.
Tarde ¿Por qué la condenas?
Si la culpa no tiene ella,
si de pasiones no la llenan,
si hace tiempo, no ve estrellas,
si su alma sola, ya no velan,
déjale que ame, si es tan bella.
Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor
USA
No comments:
Post a Comment