Corazón guardado
Llegué cuando tú no me esperabas,
te sorprendió de pronto mi presencia,
cuando sola, inquieta y sensual jugabas,
sufriendo mi larga y pesada ausencia,
Tu cuerpo joven, ardiente vibraba,
en él sobraba aquel blanco encaje,
que provocando tu mano estiraba,
despertando de mis mares el oleaje.
Me fui de pronto hacia ti, divagando,
con ese sentir descarado y mudo,
que mi pecho hinchaba desesperando,
al ver tu cuerpo sexual y desnudo.
Se acabó el juego de aquella espera,
tomé para mí tu limpia desnudez,
entre muslos, como madura pera,
comí la tierna fruta de una vez.
Sentí tu gemido, tu alma entregaba,
todo lo precioso que había en ti,
un corazón, que antes triste lloraba,
y que con amor yo… yo guardé en mí.
Autor: José Prado
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