Se mojaron, sus ojos de campesino,
ojos de hombre recio, valiente,
me di cuenta de su gran dolor,
y supe entonces que el amor,
vive en el corazón y en la mente.
En aquel tiempo joven inexperto,
no entendí lágrimas como aquellas,
en aquel titán, coloso y tan hosco,
y pregunté ¿Quien era? A aquel hombre tosco,
y con ojos llorosos, me dijo: Era tu abuela.
Y de pronto sentí el dolor de la pérdida,
cayó de mi corazón el alborozo,
sentí el dolor de mi anciano abuelo,
y ahora ya viejo mirando al cielo,
recuerdo de él, de él sus sollozos.
Hoy recordando aquel día,
me doy cuenta de mi error,
el amor si es bueno, no tiene final,
solo se apaga y llega a acabar,
cuando muere… cuando muere el corazón.
Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor
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