Calor de mujer

Calor de mujer

En mis tardes a solas,
oyendo el ronronear del viento,
entre las ramas de un árbol,
en suave movimiento;
nace el canto del poeta,
que vuela por el campo,
como una musical saeta,
que de luz, lo cubre como manto,
de un tono multicolor,
que lo llena con su encanto.

Vuela mi pensamiento lejano,
por un querer que me fascina,
y que es la medicina,
que siempre me tiene ufano;
huelo el olor de la rosa,
veo el color del sol,
percibo el sabor de sus besos,
y el latir de su corazón,
aquí mismo en mis sesos,
controlando ella mi razón.

Oigo su llamado lejano,
y me fundo en la inocencia,
de querer... poder volar,
y de una libar su esencia;
quisiera poder ser el viento,
para en ráfagas dejarle saber,
no una sola vez, sino ciento,
que necesito poderla querer,
que necesito su presencia,
y su calor de mujer.

Autor José Prado
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