Luceros de
placer
Se abrió el
cielo de pronto,
y con suave
brevedad,
aparecieron
dos luceros,
que
alumbraron mi verdad;
se acabo la
oscuridad,
su luz era clara,
fuerte,
como el
roble que crece,
ayudado por
la suerte.
Era una luz
silvestre,
nada tenían
de suavidad,
eran
brillantes, cerré mis ojos
tuve que dejarme
llevar,
tus manos eran
divinas,
ellas me
hicieron sentir,
que subía
al mismo cielo,
y de allí
no quería venir.
Regalo
lindo, celestial,
fue tu
aparición esa noche,
cuando
sentí de tus amores,
la
excitación, y el derroche,
fueron tus
ojos divinos,
que me
llevaron al placer,
con solo
recordar, y pensarte,
mi tierna dueña
del querer.
Autor: José Prado
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USA
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