Mujer ajena
Volviste a hablarme
y a sonreír con destello,
para venir, y robarme,
toda mí tierra, y mí cielo.
Miré tus labios pintados
y vi no estabas tensa,
tanta vida, tanto sueños,
en tú bella despensa.
Que suerte tiene tú dueño
que al dormir a tú lado,
tiene tanta belleza,
a su cuerpo pegado.
Y pensé, ojala que bien te cuide
que te de mucho, mucho amor,
porque eres hermosa,
tierna eres como una flor.
Si descuidara este detalle
no queda duda, y razón,
yo le robaría de su vida,
tú precioso corazón.
Autor: José Prado
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