Viaje por tus senos
Caminando por la llanura,
que bajaba por tu pecho,
vislumbre las alturas,
de dos montes, bien hechos,
agradecí a Dios la roca,
dura, fuerte, y puntiaguda,
y en ellos con premura,
posé mis manos y mi boca.
Me extasíe en sus laderas,
y las subí lentamente,
para no llegar tan pronto,
a la cima inminente,
disfruté palmo a palmo,
beso a beso, tu piel,
que estaba caliente y tersa,
como hervidero de miel.
Y pensé mirándote,
lo dichoso que soy,
por seguir amándote,
donde quiera que voy,
pues a diario vivo,
y de deseos muero,
por recostar mi cabeza,
en el vergel de tus senos.
Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor
Caminando por la llanura,
que bajaba por tu pecho,
vislumbre las alturas,
de dos montes, bien hechos,
agradecí a Dios la roca,
dura, fuerte, y puntiaguda,
y en ellos con premura,
posé mis manos y mi boca.
Me extasíe en sus laderas,
y las subí lentamente,
para no llegar tan pronto,
a la cima inminente,
disfruté palmo a palmo,
beso a beso, tu piel,
que estaba caliente y tersa,
como hervidero de miel.
Y pensé mirándote,
lo dichoso que soy,
por seguir amándote,
donde quiera que voy,
pues a diario vivo,
y de deseos muero,
por recostar mi cabeza,
en el vergel de tus senos.
Autor: José Prado
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