Rompeolas vivientes.
Se
estrellan las olas
en nuestros
cuerpos exhaustos,
de tanto,
besarnos, de tanto querer,
por ahí
dejamos los rastros.
Termina el
momento del querer,
y
descansado el corazón,
temblando
de placer,
disfrutamos
del amor.
Almohadas
de caracoles,
apoyan
nuestras cabezas,
y las olas
rompientes,
nuestros
cuerpos refresca.
Para que no
fenezca el deseo,
que de
nuevo es incipiente,
que vuelve,
y llena momentos,
y también de
vida nuestra mente.
Como
rompeolas vivientes,
nos quedamos
bien dormidos,
cubiertos
por el mar rompiente,
de los
amantes, el mejor amigo.
Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor
USA
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