Cuando llora una flor

Cuando llora una flor

Tornose el alba triste, gris y opaca,

se perdió la luz, con ella el tibio calor,

porque en mi jardín se destaca,

que llorando estaba, una marchita flor.

Su rojo color, se desvanecía,

en una transparente gota de agua,

era como si… como si odioso el día,

ocultara su luz, bajo una enagua.

Busqué de inmediato, aquella razón, 

que tanta tristeza, a mi jardín traía,

y me di cuenta, que tu rostro bello,

lloraba, llegando aquel mediodía.

Entendí, que la mujer como la flor,

entristece a la vida, si sufre dolor.

Autor: José Prado

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Mujer de oro

Mujer de oro

Un desierto inmenso, eso fue tu vida,

mujer valiente, de excelso sentir,

¿Cómo dudar, de tu soñar querida?

Si con risas hoy, tú alegras mi vivir.

Convertiste en oro, la arena perdida,

el viento tu nombre, repite al decir,

mujer de oro, perdona mi partida,

volveré a soplar tu alma, con bendecir.

Olvidaste, las dudas y el temor,

del tiempo hoy recibes, rico tesoro,

nunca más llorarás, al despertar.

Cadencias divinas, con dulce amor,

te convirtió en una… una mujer de oro,

poderosa y lista, para volver a amar.

Autor: José Prado

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Recuerdo de amor

Recuerdo de amor

Recordando el amor, bella y tranquila,

sonriente tu rostro, invocando pasión,

latiendo con fuerza, tu corazón,

tu piel rosada y tersa, mi alma mutila.

¿Cómo no has de recordar mi loca ilusión?

Si fue tan embriagante, como el tequila,

si mi cuerpo aún hoy, al caminar vacila,

por la fuerte, pasional y excitante acción.

Recordando al amor, risa atrevida,

no puedes olvidar, sentir y vida,

en aquel momento de tierno amor.

Porque fue sublime, aquella experiencia,

pues oscureció de una, mi conciencia,

ante tan violenta, muestra de ardor.

Autor: José Prado

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Faroleando tú, mujer divina

Faroleando tú, mujer divina

Corriendo loca, alegre y juguetona,

faroleando el tiempo, bella y lozana,

corriose el sol, ante nube glotona,

del cielo negro, dueña y soberana.

Partió la luz, que en la tarde razona,

llegó tu momento, en tarde mundana,

la juventud tierna, llenó la zona,

de alegría, y volviose tarde, mañana.

Faroleando mujer, joven, divina,

alumbras mi noche, también mi día,

con tu risa alegre, como un cascabel.

Eres una estatua, de alma prístina,

deslumbrante el color, fiera peonía,

mujer bella, pasional torre de Babel.

Autor: José Prado

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Déjame hacerte el amor, sin tocarte.

Déjame hacerte el amor, sin tocarte.

Déjame hacerte el amor, con un beso en la frente,

con las mejillas juntas, y carentes de dudas,

como se ama soñando, sin sexo, ni lujuria,

pues en el amor, también cuenta la ternura,

no solo la carne, complace y da vida al amor,

es la vida del amor, quien complace a la carne.

Déjame hacerte el amor, sin que lo sepas,

con miradas de ojos, para los que siempre eres bella,

donde no existe la sequedad, de las estepas,

sino la humedad del rocío, que acompaña a tu estrella,

pues hacer el amor, es entenderse sin palabras,

y también con palabras, hacer entender al amor.

Es que tu vida, complace mi alma,

con el sentir desnudo de mi corazón,

cuando despierto y te miro con calma,

y por tanto amarte pierdo… pierdo la razón,

pues se quiere para razonar el sentir,

y se siente mucho, para el amor poder razonar.

Autor: José Prado

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Arco iris de vientos

Arco iris de vientos

Deja que caiga la lluvia, que caiga,

que moje tu cuerpo, fino y perfecto,

y que mi vista, en tu piel se distraiga,

porque tú mujer, no tienes defecto.

Deja que mi mente, de tu ser extraiga,

con mi pecho, todo su tierno afecto,

para que eternamente, me persiga,

ese… ese sopor, por tu seno erecto.

Mojado el cabello, húmeda tu boca,

con el duro sentir, del alma loca,

formose en el cielo, arco iris de vientos.

Porque de la vida, somos derroches,

y hoy tú y la lluvia, me alegran las noches,

pues las endulzas tú, con sentimientos.

Autor: José Prado

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