Donde está la esperanza?

¿Dónde está la esperanza?

¿Donde está la esperanza,
que se adueñaba de mí,
esa que nunca podía,
desconfiar de ti?
Esa que en los momentos,
donde otros temblaban,
me hacia levantarme,
y adelante caminaba.

¿Por qué ya no estás?
¿Por qué no tengo tu soporte?
Ahora me tiemblan las manos,
antes firmes como postes;
y aquí endeble, y solo,
sin preocuparme del porte,
vivo muy frío en el polo,
ese lejos… lejos en el norte.

¿Dónde está la esperanza?
¿Por qué se fue tu voz?
Si solo de escucharla,
hasta se curaba mi tos;
¿Donde estás tú mujer?
tierna, serena, y fuerte,
antes no sentía miedo,
hoy temo a mi suerte.

Autor: José Prado
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Montañas de amor

Montañas de amor

Luna cubre la estructura,
de un corpóreo arrebato,
asombra la hermosura,
que Dios regalo sin recato;
y sobre las suaves laderas,
de una cumbre borrascosa,
la cima de todas las quimeras,
pechos, de una diva Diosa.

Dormidos, y quietos rincones,
que de pronto se vuelve erectos,
estimulados por la audacia,
de mis caricias, y besos,
montañas de tierno amor,
sobre el llano de tu vientre,
sudadas por el calor,
que a tu lado se siente.

Hermoso regalo de amor
estas cumbres doradas,
por el sol que las alumbra
en todas las mañanas,
de caramelo, están hechas
por eso es dulce el sabor,
de esas cumbres sagradas,
que son montañas de amor.

Autor: José Prado
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No existe para usted

No existe para usted.

He sabido que una vez
volviste a mirar mis ojos,
y roja se puso tu cara,
se tiñeron tus labios rojos,
y en tu pecho de mujer
sin darte ni cuenta
caíste en el hoyo del querer.

He sabido que todavía sueñas
en esas tus noches,
y que no puedes contener
el motor de ese coche
que vive en tu pecho
pues tu corazón
de amor esta deshecho.

He sabido que hoy
lloras por mi amor,
ese amor que ahora añoras,
con tanto dolor,
pero sepa usted señora
que este mi amor
no existe para usted ahora.

Autor: José Prado
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Sirena enamorada

Sirena enamorada

Una sirena muy triste, 

de alma, y corazón,

nadaba, y soñaba,

con un beso de amor;

miraba los barcos,

con fiel esperanza,

de que un marinero

la viera en la distancia.

Se acabó la sonrisa,

de la sirena, su cantar,

cuando una gaviota viajera,

se robo su voz, al volar,

sumergiose profundo,

hasta el fondo del mar,

y allí sola, y triste,

ella…ella se puso a llorar.

Mezclose sus lagrimas,

con el agua del mar,

creando una ola gigante,

de agua, arena, y sal;

cerrose el negro cielo

con nubes de oscuro color,

y porque lloraba la sirena,

se ocultaba el mismo sol.

Entonces una fuerte voz,

la hizo… la hizo despertar,

y la faz de un jovenzuelo,

vio ella, mirando al mar,

enamorose de sus ojos,

y de un salto mortal,

le quito a la gaviota,

su dulce voz, y su cantar.

Entonces canto con dulzura,

y saliendo al clarear,

la boca del jovenzuelo,

pudo ella al fin besar,

salio el sol de nuevo,

y en un tierno suspirar,

se llenó de te quiero

y calmose…calmose la mar.

Autor: José Prado

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Inocente mirada

Inocente mirada

Cuerpo tranquilo, callado,

cabellera suelta al viento,

crearon los cimientos,

para un verso desbocado;

algo ya casi olvidado,

en mi alma de poeta,

volvió en mí, la faceta,

que me mantiene inspirado.

Quedó atrás el olvido,

que dejaba la tristeza,

de una tímida belleza,

de un amor escondido;

conocí de una, el pedido,

que llenó tu presencia,

y me quedé con tu esencia,

despreciando al olvido.

Vi sobre tus hombros, mi cielo,

sentí tu inocente mirada,

que ahora el viento dejaba,

convertida en tu pelo;

y le pedí al desvelo,

me pusiera de hinojo,

y no permitiera al sueño,

que cerrara mis ojos.

Autor: José Prado

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Carnaval

Carnaval

Rostro enmascarado

eterno el festival

de bello rostro cubierto…

cubierto en un carnaval,

mascara rendida

ante la belleza de una cara,

que tortura mi conciencia

que tu belleza avala.

Regalo son de Dios

ojos que se adormecen,

en brazos, que en danza,

de sexo, y deseo se mecen,

y en un gran agasajo

de rayos en noche de luna,

se crean momentos

de suerte, y fortuna.

Por desaire me miran

los ojos del candor,

lastima de mascara,

que cubre un rostro de amor;

nace al fin el resuello

de mi vida con orgullo,

y de un rosal de arroyuelo,

es tu cara el capullo.

En un convenio salvaje

de belleza absoluta,

se mira tu cara cubierta

de piel, cartón, y viruta,

mascara de colores

que en un lindo arrabal,

enmarcan tus ojos…

tus ojos, en un carnaval.

Autor: José Prado

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Por un camino de cielo

Por un camino de cielo

Por un camino de cielo

llego la inmensa dulzura,

que lleno de ternura

mi vida de desvelos,

se aclaro mi camino

que antes era severo,

y me cubrí con tu pelo,

guardando así mí destino.

Por un camino de cielo

llego a mí la esperanza,

esa agua limpia, y mansa,

que me cubrió con su velo;

y volvió a reír mi corazón

con ese querer infinito,

por ese amor tan bonito

que traía su propia ilusión.

Por un camino de cielo

que se lleno de lisuras,

se acabo la amargura

y me llene de te quiero, 

y como comienza en Enero

cada año la vida,

mi alma quedo rendida,

en este camino de cielo. 

Autor: José Prado

@Derechos reservados por el autor

A flor de piel

A flor de piel

La pasión a flor de piel,
el ardor brillando en tus ojos,
tu piel como el carbón,
hecho de maderas y abrojos,
prendida en fiebre,
sudorosa tu frente,
temiendo que tu sexo,
de deseo se quiebre.

Tus pechos hinchados,
reflejan tu deseo,
están hermosamente erguidos,
como condenados reos,
esperando que mi boca,
en una insolente misión,
extraiga de tus pezones,
el elixir de tu amor.

Tu vientre se estremece,
con tu respiración,
la pasión te enloquece,
vibrando tu corazón,
se expande y se contrae,
la entrada del placer,
esperando la llegada
de mi visitante querer.

Y cuando en un momento,
se repliega tu resistencia,
entro sigiloso y despacio,
a tu delicada residencia,
y allí bien posicionado,
entre tiernos adornos,
erecto y exigente,
en tu vaginal entorno,
te dejo de mi amor, la simiente.

Autor: José Prado
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Por vez primera.

 

Por vez primera

Por vez primera vi tu cuerpo,

por vez primera se movió tu cabellera,

y se alumbraron los mismos cielos,

al fin llegaba la primavera;

llego a mis ojos la impresión,

del deseo infinito, ladrón furtivo,

que enloqueció mi Corazón,

en un eterno, y robado suspiro.

Brilló tu piel en embeleso,

llena de luz, y de armonía,

como un canto de Dios,

en una celestial sinfonía,

percibí por mis ojos,

el sentir, y el placer,

porque al fin miraba

tu belleza de mujer.

Cambio de una simple silueta,

de lo invisible, a lo cierto,

ya no habían nebulosas,

en mi cerebral universo;

se descubrió al fin la cima,

de dos montes hermosos,

nunca sobre ellos habrá nieve,

pues son, ufanos y orgullosos.

Autor: José Prado

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Sudor de amor

 

Sudor de amor

Gotas de agua en tu piel,

sudor que moja tu cuerpo,

con esa dulzura de miel,

con esa frescura de tiempos.

Tu cuerpo, tenso, dorado,

deja entrever el calor,

que ha producido milagroso,

milagroso sudor de amor.

Tu vientre lleno de perlas,

relucientes por su destello,

contrastan con la negrura,

que tienen tus cabellos.

Dos vertientes de ilusiones

por tu vientre afloran,

dejando en su mismo centro

dos tiernas amapolas.

Muslos recios, hermosos,

llenan todo mi espacio vital,

ese que crearon tus senos

listos ellos para amar.

Línea hermosa, y húmeda

rocío que corre sin temor,

por ese cuerpo cubierto

con dulce sudor de amor.

Autor: José Prado

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Dolor de Corazon

Dolor de corazón

Naciente ardor inunda tu cuerpo,

un beso robado se llevo tu alma,

se despeino tu abundante cabello,

quisiste amor entre tus faldas,

prohibido amor este querido,

de mujer libre, con hombre esclavo,

otra dueña sostiene el clavo,

que empala a tu amor herido.

Buscando sobre cadenas puestas,

sobre un montón de injusto olvido,

sufre tu alma tomando el vino,

sin encontrar buena respuesta;

lloras ilusa lo que imaginas,

sufres pensando que pasara,

dudas hasta del amor de madre,

sin saber que ese no fallara.

Abre tu alma joven gallinuela,

saca a pasear a tu corazón,

que errores, y añoranzas,

llenan la vida de desazón;

vuela a tu vida, libre tus alas,

no dejes te sorprenda el cazador,

vuela muy alto águila calva,

en el cielo vive el más grande amor.

Perdónate tus errores,

joven de intenso sentir,

si el no aprecia tus valores

empújalo lejos de tu vivir,

consejos de viejo yo te daría,

pero de padre hoy te daré,

siempre los perdonamos a ustedes hijos,

pues los amamos desde el nacer.

Aprende de esta mi rima,

que nada puede pasar,

si no tenemos las experiencias

para en la vida comparar,

luego de viejos ahora ladinos,

recordamos la juventud,

que más razón para perdonaros

si el mismo error hice, que tu.

Autor: José Prado

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Por si te vuelvo a ver.

Frente en alto

Frente en alto

Pelo, boca, y ojos, en combinación,

de hembra, y mujer perfecta,

en la larga carretera recta

que va hacia el Corazón,

el pelo en cascada llena,

la frontera de la pasión,

y de su caída… nace la canción

que borra todas mis penas.

Pecho firme, y pleno,

con la exactitud letal,

que crea perfección mortal

para que caiga tu pelo,

boca roja, encarnada

con el toque celestial,

que hace tu blanca risa

al corazón encadenar.

Tus ojos la tristeza

solían reflejar,

ese eterno aburrimiento

de a quien no saben amar,

dos palabras, y un consejo,

aliviaron tu pesar,

volviste a estar serena,

y te olvidaste de llorar.

Proteja Dios su camino

con la guía espiritual,

y no vuelvan esos ojos

tristes lagrimas derramar,

libra tú misma el camino,

de todo lo que te pueda estorbar,

camina con la frente en alto,

sereno, y firme tu mirar.

Autor: José Prado

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Deuda de amor

Deuda de amor.

Una noche deje partir

a una mujer buena,

que de forma serena

se fue de mi jardín.

Nunca me sentí más ruin

 pues sabia no era capaz,

de poder hacerla feliz

y no se por que sentí paz.

Nunca pidió más que amor

pero como una pesadilla,

al percibir su candor

 flaquearon mis rodillas.

Se mi Dios la hará feliz

 lo se porque es buena,

y el le hará recibir

el pago por su faena.

Yo a el mientras tanto

 una deuda he de pagar,

 es una deuda de amor

aunque nunca vuelva a amar.

Autor: José Prado

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Amazona entre mujeres.

Amazona entre mujeres

Rostro libre de temores,
alma tierna, como una flor,
sentimientos de cielo,
cuerpo hecho para el amor,
reina de los tiempos,
razón de los amaneceres,
pasiones de los vientos,
amazona, entre las mujeres.

Miro a diario tu rostro,
que alumbran tus ojos bellos,
y ante tu belleza postro,
de mis amores sus destellos,
y sin aparente razón;
solo por tu brillante mirada,
se despejan las nubes,
que empañaron mi alborada.

Se limpia mi cielo,
mi mediodía, es brillante,
con ese diáfano brillo,
que solo tiene el diamante,
doy gracias a Dios,
por regalarme tu figura,
y con ella tu amor,
dulce, y tierna criatura.

Autor: José Prado
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USA

A veces