Frescura nocturna

Frescura nocturna

Reposada fresa, en tu vientre descansa,

mujer con fantasías, que llenan mi pecho, 

que como fuentes, de agua antes mansa,

transforma en corriente, el tranquilo lecho,

con tu río de amor, que cubre con esperanza,

este corazón que antes, estaba deshecho.

Frescura nocturna, en nuestra cama,

tu espalda tibia, regala a mis labios,

espacio de beso, para el ser que ama,

con ansias tan locas, como tu pintalabios,

que marcan el trecho, propiedad de mi dama,

con el inteligente sentir, que tienen los sabios.

Bella mujer que amo, en mis horas nocturnas,

borra con tu amor, mis viejas horas taciturnas.

Autor: José Prado

@Derechos reservados por el autor

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Beso dormido

Beso dormido

Dormido, tranquilo y sin acecho,

mis ojos cerrados, por sueños,

lindos son, no existe el despecho,

pues de mi sentir, ellos son dueños.

De pronto, veloz como centella,

se abre, mi presuroso sentido,

y vi tus labios, mi mujer bella,

que me enredaron, en un beso dormido. 

Se despertó la áurea alborada,

se llenó de viento, mi pensamiento,

con versos que en mi almohada,

borraron de una, pasado sufrimiento.

Me reí fuerte, sin sutileza,

con el gusto bien vivido,

del amor que con presteza,

me dio tierno, tu beso dormido.

Nunca olvidaré, aquel sentir,

que cubrió ese día, mi corazón,

y que alegre, lo hizo latir,

con la ternura de tu ilusión.

Autor: José Prado

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Estírate mujer

Estírate mujer

Reina mujer estírate, ahorcájate

que tus brazos llamen, al infinito,

en movimiento sensual, relájate,

porque tu cuerpo es, en verdad bonito.

Alarga tus manos, aborrájate, 

con el sentir dulce, gentil, bendito,

pídeme amor mujer, arrodájate,

para saciar con tu amor, mi apetito.   

Déjame libre, el sentimiento ufano,

que mi vida esté, llena de verano,  

que mi pecho sea, para ti delicia.

Porque tu amor es, para mi presente,

despierto vive en mí, aún hasta inconsciente,

porque intrínseco está él, en tu caricia.

Autor: José Prado

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Día de playa

Día de playa

Era un día de amor, día de playa,

con la risa siempre, a flor de piel,

con el silencio, del Himalaya,

y al olvido lanzada, toda la hiel,

vimos ambos, como un imperio Maya,

lleno con la suave ternura, del clavel.

Era un día caliente, de verano,

era un momento sublime de querer,

nos tomamos a una, de la mano,

respiramos a una, al amanecer,

el viento lleno, del amor humano,

y sobre todo, con tu aroma de mujer.

Así ha sido toda, toda mi vida,

desde que a tus ojos elegí,

con el sentir enamorado, sin medida,

que en mi alma siento yo por ti,

así fue de ese día, la despedida, 

hermosa, tierna y blanca, como un alelí.

Autor: José Prado

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Una vez en la playa

Una vez en la playa.

Amaneció… con la bella dulzura,

de un bello sol, con su luz de pasión, 

y en aquella mañana tú, criatura,

me robaste todo… todo el corazón.

Fue aquel momento, de casual lisura,

la compleja y cierta combinación, 

de ese amor tierno, que en tu figura,

guarda el candor, que llena de ilusión.

Una vez en la playa, de nuevo fui feliz,

voló mi alma, como salvaje perdiz,

pues ya mi alma libre, nunca desmaya.

De nuevo recobré, las ganas de amar,

de vivir, de gritar, de volver a soñar,

volví a ser de nuevo… el cacique maya.

Autor: José Prado

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Flor de cristal

Flor de cristal

Una vez miré, a una flor ya marchita,

ella había perdido, todo su color,

era una joven, una muchachita,

que por maltrato, moría de dolor.

Tan frágil, aquella mujer bendita,

como el cristal caliente, sin valor,

sentía que su alma, estaba maldita,

y que ella nunca, encontraría el amor.

Llegó de pronto al paisaje, un ser creador,

tomó ese cristal, y lo sopló con amor,

y de aquella alma hizo, una flor de cristal.

Sus pétalos, de nuevo brillaron,

y sus colores de nuevo dejaron,

que brillara su alma, con deseo pasional.

Autor: José Prado

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Pensamiento azul

Pensamiento azul

Si fuera cierto al fin, tu pensamiento,

si tú pensar fuera, en verdad de amor,

si todo a mí alrededor fuera viento,

que a mi cara regale, paz y candor.

Si tu sentir fuera igual, al que siento,

si tú mirar fuera, libre de rubor,

y de tu alma pura, su sentimiento,

me regalara todo… todo su ardor.

Dormiría siempre, en sabanas de seda,

mi pensar seria, como alga que enreda,

al inocente pez, como en un arrebol.

Vestiría con el tierno, color azul,

a tu pensar fuerte, como el abedul,

y en paz viviría, bajo la luz de tu sol.

Autor: José Prado

@Derechos reservados por el autor

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