Sunday, September 15, 2013

Aquella tarde



Aquella tarde

Una vez te sorprendí en la tarde,
supe de pronto que tenia deseos de amar,
y a tu pecho me fui a recostar,
pero tu piel era fuego que arde,
toque tus hombros, insinúe amarte,
y tú sin ni siquiera hablar,
te dejaste besar, y amar,
tampoco podías controlarte.

Torné tu cuerpo, y te quite la ropa,
de un empujón te lancé a mi cama,
te hice saber que eras mi dama,
con la fuerza de mi alma loca,
seguías aun sin hablarme,
pero mi cuerpo ahora desnudo,
había penetrado el escudo,
que tú nunca levantaste.

Te amé en aquella tarde,
como se ama a la vida,
algo que nunca se olvida,
pues nunca podré yo olvidarte,
aquí en mi pecho dejaste,
el secreto de tu amor guardado,
y aun hoy viejo, y cansado,
sigo añorando besarte.

Todo comenzó aquella tarde,
en aquel lugar escondido,
donde solo Dios fue testigo,
de aquella locura de amarte,
y aún hoy al recordarte,
de espaldas en aquella cama,
se quema… se quema mi almohada,
porque no puedo olvidarte.

Autor: José Prado
@Derechos reservados por el autor

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